Hay pocas imágenes más efectivas para recordarnos lo seguros que son los coches modernos que un turismo siniestrado, del que sus pasajeros han podido salir por su propio pie, como este Tesla. Donde muchos podrían ver simplemente un Tesla Model S completamente destrozado, y una imagen escalofriante de las consecuencias de un grave error al volante, otros podemos ver la seguridad de un automóvil en su máxima expresión. Sucedió en Pullach, Alemania. Una joven conductora de 18 años había tomado prestado el Tesla Model S de su padre, y cuando negociaba una curva demasiado rápido con cuatro amigas a bordo, perdió el control, se salió de la carretera, y según el atestado inicial habría saltado una distancia de 25 metros hasta clavarse en un barbecho cercano. Las cinco pasajeras salieron del coche por su propio pie, y sin necesidad de que los bomberos las desencarcelasen, aunque fueron trasladadas al hospital con heridas de diferente consideración.
Probablemente se sientan afortunadas de haber viajado en un Tesla Model S, aunque la factura de este siniestro total sea mucho más costosa que la de un utilitario económico. En cualquier caso, y aunque este accidente despeje dudas acerca de la seguridad del sedán eléctrico de Tesla, hemos de tener en cuenta que muchas de las soluciones que les salvaron la vida están presentes en coches que no necesariamente han de acercarse a los 100.000€.
Quizás el único aspecto que de verdad marque la diferencia en el Tesla Model S sea que en su frontal hay un maletero, y no un motor. De manera que toda la estructura está pensada para deformarse progresivamente, sin que ninguna pieza mecánica corra el riesgo de introducirse en el habitáculo y herir a los pasajeros. Los coches modernos, por ejemplo, están diseñados para que en un accidente tan violento el motor se descuelgue, y quede atrapado por debajo del habitáculo.
El frontal arrancado de cuajo nos deja una imagen muy ilustrativa de una de las soluciones que más vidas salvan en colisiones por alcance, la de las estructuras de deformación controlada. No nos cansamos de decirlo. Un coche indeformable no es más seguro que un coche que se deforma dramáticamente, como en estas imágenes. De hecho, esos daños están pensados concienzudamente para absorber la energía del impacto, y tanto las estructuras de la carrocería, como los subchasis que aparecen hundidos entre la tierra, están diseñados para deformarse progresivamente en función de la violencia del impacto. Eso no solo salva vidas, sino que también – y por extraño que te resulte – ahorra muchos quebraderos de cabeza, y facturas desorbitadas, al proceder a la reparación de un coche.
Los coches modernos están pensados para que los subchasis delantero y trasero se deformen progresivamente, y que el impacto no repercuta en la estructura principal, en el chasis central. Enderezar un chasis completo es complicado, caro, y algo que a ninguno nos gustaría tener que hacer en nuestro coche. Sustituir los largueros y el travesaño central que dan consistencia al subchasis delantero es menos costoso y problemático.
También sorprende que en un impacto tan brutal como este, no se aprecien deformaciones graves en la estructura que da consistencia al habitáculo, es decir, en los pilares de los extremos y la línea del techo. Eso significa que todos los componentes del coche hicieron su trabajo para deformarse y absorber el impacto, y permitir que la célula de seguridad del habitáculo resistiera. La mejor prueba de ello está en que las puertas abrieran sin problemas, y las jóvenes pasajeras no quedasen atrapadas.
Las fotografías del accidente, y la historia (en alemán), podéis verlas en este artículo publicado por el medio alemán Merkur.de.
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