Japón es un país fascinante por numerosos aspectos, entre los que también se incluye el sector automovilístico. Y es que allí la cultura por el mundo del motor va un paso más allá, aunque el motivo que provocan estas palabras no es precisamente ese, sino los famosos kei cars y otras soluciones para la contaminación entre las que se encuentre el Toyota i-Road, un triciclo eléctrico y biplaza que no puedes conducir en España.
Y es que lo más semejante que podremos encontrar en nuestras tierras es el Renault Twitzy, aunque tan solo se parecen en que son eléctricos y que pueden llevar a dos ocupantes situados uno detrás de otro. Sea como fuere, el i-Road es un híbrido entre moto y coche que, con sus tres ruedas y su autonomía de 50 kilómetros, es una solución muy interesante para la movilidad urbana.
Así es el Toyota i-Road, un triciclo biplaza eléctrico que no puedes tener en España
Aunque realmente la novedad no reside en el propio Toyota i-Road, un coche que vio la luz por allá en 2014, sino la experiencia de conducirlo. Y es que vídeo POV por cortesía de Driver視点TV nos muestra lo angosto y claustrofóbico que puede ser el eléctrico japonés pero también lo útil y curioso que resulta para callejear.
Lo primero es que es un vehículo muy pequeño con unas cotas de 2,35 metros de largo, 0,88 de ancho y 1,45 de alto. Está alimentado por dos motores eléctricos de 2,72 CV cada uno, puede alcanzar una velocidad máxima de 63 km/h y pesa tan solo 300 kilos. Sí, su autonomía es limitada, pero para hacer recorridos urbanos resulta fabuloso.
A ello debemos añadirle su capacidad para inclinarse cual moto cada vez que giramos, proporcionando una sensación de lo más peliaguda hasta el menos acostumbrarnos. Independientemente de ello, nuestro protagonista realiza una ruta de unos veinte minutos sin mayores problemas a los mandos del Toyota i-Road, dejando patente su viabilidad para ciudad. ¿Llegaremos a tener algo similar en España? Tal y como está avanzando el coche compartido lo más probable es que sí, siendo vehículos como el Citroëm Ami buen ejemplo de ello.