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Este Triumph TR3 y una idílica carretera de montaña harán que quieras hacerte ipso facto con un roadster clásico

Un roadster clásico, la dulce luz de primera hora de la mañana, una temperatura benévola y una revirada carretera de montaña… ¿quién necesita más? Petrolicious vuelve a servirnos, a golpe de click, una exquisita producción audiovisual donde el protagonista, en esta ocasión, es un clásico británico que no podía ilustrar mejor la buena mano de los ingleses cuando de crear roadsters se trata. Hablamos de un Triumph TR3… y sí ve adecuando el volumen de tu ordenador, de tu móvil o tablet porque se avecina un graznido cargado de encanto…

Omitiendo el habitual diálogo de sus vídeos, esa charla que articula el grueso de las producciones de Petrolicious, nos encontramos con un Triumph TR3A dando buena cuenta de una solitaria e idílica carretera, rodeada de árboles, de sugerentes virajes… y todo ello bañado por la melodía de la sencilla mecánica de este clásico, sin música, comulgando en exquisita simplicidad con los entresijos del Triumph…

Este oscuro Triumph, negro, es de 1959 y nos remonta hasta la primera evolución del Triumph TR3, una versión “A” que goza bajo su capó de una mecánica de cuatro cilindros y dos litros de cubicaje que enviaba (y envía en aquellos que han sobrevivido a estas 5 décadas) 96 caballos al eje posterior par aun conjunto de poco menos de 1.000 kg.

Los curvados pasos de rueda definen su vista lateral mientras que la vista frontal queda en manos de esos dos saltones faros y su parrilla y su zaga sucumbe ante la caída de la carrocería… todo en perfecta sintonía con el sencillo (y pequeño) habitáculo, de retrasadas butacas, cercanas al eje posterior y con la imponente presencia de ese gran volante, con las notas metálicas de los cromados de su instrumentación y de sus botones…

Tómate un respiro de 2 minutos, dale al play y sucumbe a la sencilla elegancia de este Triumph TR3A.

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Mario Herraiz

Apasionado del motor, llevo sobre ruedas desde que a los 14 años me monté encima de una moto. Después llegaron los coches, la afición por la fotografía y más tarde el periodismo y con ello la posibilidad de convertir mi pasión en trabajo. Seguir leyendo...

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