Los rusos de Garage54 no dejan de sorprendernos con sus ocurrencias. No sé cómo lo hacen, pero semana tras semana, logran fascinarnos con sus experimentos automovilísticos. Suelen tener como protagonistas – o más bien víctimas – a viejos Lada, adquiridos por «cuatro rublos» en el mercado de segunda mano. En esta ocasión vamos a asistir a un experimento de lo más curioso: la instalación de un turbo eléctrico en un Lada. Un turbo eléctrico como el de un Audi SQ7 TDI o un Mercedes-AMG SL 43. Mucho más casero, pero sorprendentemente efectivo.
Para que un turbo eléctrico funcione y genere presión de soplado la turbina debe ser movida por un motor eléctrico. En este caso el motor eléctrico es un potente motor de arranque procedente de un vehículo industrial. Unido mediante una polea al turbo, y conectado al colector de admisión de forma un tanto ruda, el turbo eléctrico es activado con un sencillo pulsador, a voluntad del conductor. No se conoce la presión de soplado, ni se puede medir la ganancia de potencia, ni se ha puesto a punto el motor tras su «turboalimentación».
Pero el resultado, a nivel visual y empírico, es de lo más efectivo. El resultado parece ser incluso llamativo, especialmente si se deja activado el «turbo» durante un periodo de tiempo considerable. El Lada parece moverse con mucha rapidez y el resultado del experimento es sorprendentemente satisfactorio. Ahora bien, el sistema no es ni mucho menos perfecto: habría que enriquecer la mezcla de combustible para evitar daños en el motor y el motor de arranque que mueve al turbo se calienta de forma alarmante.