Hay trabajos curiosos, especiales y cuanto menos extraños, y después está el trabajo de Tino. Puede que su nombre no os diga demasiado, pero estamos ante un detailer -o detallador- de coches ambulante, quien se gana la vida cuidando, tratando y mimando al extremo a los coches más lujosos y exclusivos de Londres. Y es que en la capital inglesa es habitual que estos coches duerman con total despreocupación en la calle, pero no por ello sus dueños no velan por el estado de sus criaturas, el cual le encomiendan proteger a Tino, quien nos enseña cómo es el día a día de un detailer por las calles de Londres.
Suponemos que esto es como muchos trabajos: hacer contactos y hacerte una buena agenda. Así es como nuestro protagonista recibe constantemente llamadas de los dueños de coches del talante de un Lamborghini Huracán Performante, Ferrari 488 Pista o Mercedes-AMG GT S entre muchos otros. Tino acude con su furgoneta, equipada hasta el extremo para lavar, cuidar y mimar a este tipo de coches, y lo hace en plena calle o en el parking donde el vehículo a tratar se encuentre.
El hipnótico lavado de supercoches por cortesía de un detailer ambulante
Los procesos de limpieza se adaptan a las necesidades -tipo de pintura, por ejemplo- y nivel de suciedad de cada coche, aunque todos tienen algo en común: el cariño que les pone. Con una manguera a presión rocía el superdeportivo que se le ponga por delante para después aplicar una espuma específica, aclararlo y secarlo con toallas de microfibra y un secador ideado para este tipo de lavados.
Además, Tino cuenta con unas manoplas también de microfibra con las que enjabona los resquicios menos alcanzables de cada vehículo, tales como pasos de rueda, difusor o cualquier recoveco que cuente con una función aerodinámica y no sea de fácil acceso. Por supuesto, limpiar el interior de los coches también entra dentro de los servicios que ofrece nuestro protagonista, contando con productos y herramientas específicas para tratar materiales tan delicados como la fibra de carbono o la alcántara.
Sin lugar a dudas es un trabajo no sencillo de ejecutar a la perfección, y menos cuando los clientes son coches de tal calibre. Pero siempre tiene ese punto tan sumamente satisfactorio, incluso me atrevo a clasificarlo de fetiche el ver cómo un vehículo maltratado por la climatología londinense recupera el estado que debería presentar siempre.
