Existe en Estados Unidos una potente escena dedicada a la potenciación extrema de vehículos diésel. Se dedican principalmente al drag racing, y en algunos casos logran extraer más de 2.000 CV de motores comerciales de seis cilindros. No son los diésel de un BMW X5, hablamos de los diésel de pick-ups como la RAM 3500 o las Ford F-350. Especialmente sencillos de potenciar son los Cummins de 6,7 litros y seis cilindros en línea, más similares al motor de un camión que al de un turismo. Pero incluso estos robustísimos bloques pueden sucumbir ante 10 bar de presión de soplado procedentes de un sistema de sobrealimentación con tres turbos.
Es lo que ha sucedido en Firepunk Diesel, un preparador de motores diésel para la disciplina del drag racing. Si se quiere extraer más potencia de un motor diésel es necesario incrementar tanto el flujo de combustible como la presión de soplado de los turbos, reforzando bloque, culata y componentes internos adecuadamente. Este propulsor había desarrollado previamente 2.200 CV, y Lavon Miller esperaba extraer de sus entrañas al menos 2.400 CV, aumentando hasta los 10 bar la presión de soplado de los turbos. Mientras testaban su puesta a punto en un banco de potencia estático, el motor literalmente explotó.
La explosión dejó varios pistones al aire, rompiendo el bloque en dos, y provocando un estropicio de dimensiones inesperadas, y una escena un tanto dantesca. Miller está investigando las causas de la explosión, ya que ha modificado motores diésel que han llegado a los 3.000 CV, y estos bloques son capaces de aguantar aún más presión de soplado. Todo apunta a un fallo de encendido, que a semejantes presiones puede tener resultados catastróficos. Han tenido suerte de que el motor estaba en un banco de potencia estático, y no en una pick-up de carreras, a 200 km/h en una pista de carreras de aceleración.
Fuente: Jalopnik