La mayor parte de nosotros lava su coche a mano, con las lanzas de agua a presión que podemos encontrar en multitud de gasolinera – los túneles de lavado estropearán tu pintura rápidamente, dicho sea de paso. Estas lanzas a presión también se pueden usar para la limpieza doméstica, y son habituales en chalets o casas de campo. Normalmente expulsan el agua a una presión de unos 100 bar, evitando así dañar la pintura y otras piezas del coche. Ahora bien, ¿qué ocurre si se nos ocurre limpiar el coche con una lanza de limpieza de 3.000 bar de presión? Este vídeo nos lo demuestra.
La lanza a presión del vídeo expulsa agua a 3.000 bar de presión. Se usa para limpiar pavimentos o superficies en las que hay suciedad incrustada desde hace décadas. A 3.000 bar de presión, el chorro de agua es tan cortante como una sierra motorizada, y es extremadamente peligroso para cualquiera que se interponga en su camino. Este Peugeot 206 – de desguace, sin faros y otros componentes – ha sufrido en sus propias carnes el «poder limpiador» de este chorro a presión. Los cristales sucumben ante la presión concentrada del chorro, al igual que todas las molduras de plástico de su carrocería.
La presión del chorro no ha sido capaz de cortar el metal de la carrocería, pero ha dejado marcas indelebles en ella. Ha atravesado la laca y su pintura, revelando incluso la imprimación o el metal al desnudo. Sorprende que este chorro sea capaz de cortar los neumáticos como un cuchillo caliente corta un bloque de mantequilla. Por fortuna, las lanzas a presión de las gasolineras suelen tener un chorro menos concentrado y expulsan agua a menos presión. De lo contrario todos nuestros coches acabarían hechos un auténtico colador.
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