Lo mejor de la cultura del automóvil en Cuba es que el propietario de un coche, cualquiera que sea este, se siente orgulloso de su coche. Esta frase, que no es mía, sino de Roberto, experto en el trabajo con los clásicos que se mueven por la Habana, es probablemente la que mejor define la cultura del automóvil en esta isla del Caribe. Los amantes de los automóviles, clásicos y modernos, y los turistas, probablemente hayamos mitificado todo lo que rodea a la flota de automóviles que se mueve por las calles y las carreteras de Cuba. Pero a juzgar por este vídeo, no nos quedamos cortos al imaginar que la isla sigue siendo un paraíso de aquellos que amamos los clásicos y el trabajo que durante décadas han realizado los cubanos para mantener algo más que un medio de transporte. Un vídeo de Mighty Car Mods que también nos deja muchas sorpresas.
El lado más conocido de los coches de Cuba es el de los grandes clásicos estadounidenses que aparecen en las fotografías de los turistas y las calles de la Habana. Piezas que, en muchos casos, y exteriormente, parecen haber salido de un museo. Una flota de clásicos estadounidenses que se quedó anclada en el pasado, tras la revolución que derribó al gobierno de Batista y el bloqueo comercial que se impuso desde Estados Unidos en 1960. Clásicos que, por otro lado, han sido reformados hasta la extenuación para llegar a nuestros días, con auténticos trabajos de artesanía e ingeniería, para adaptar motores y transmisiones de otros coches.
Adaptaciones para mantener un coche en servicio que a veces nos dejan auténticos Frankenstein automóvilísticos, que distan mucho del clásico brillante y reluciente de postal.
Por otro lado, y aún más comunes que los clásicos estadounidenses de la Habana, la flota automovilística de Cuba también se ha nutrido de clásicos soviéticos. Hasta la disolución de la Unión Soviética, la economía de Cuba y por ende sus importaciones, fueron altamente dependientes del bloque del este de Europa.
De ahí que nos encontremos con coches menos glamurosos, como un Fiat 126p, el Polski, del cual en su día ya definimos como «el coche del pueblo polaco». Un utilitario que, conocido cariñosamente como Maluch en su tierra, luce como un Seat 127 recortado. Un coche muy común en tierras polacas, en tanto su producción se prolongó desde 1972 hasta bien entrado el siglo XXI. Un auténtico anacronismo.
En definitiva, este reportaje es uno de esos vídeos que merece la pena ver y dedicar 30 minutos para aproximarnos un poquito más a la realidad del parque automovilístico cubano.
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