El S65 fue posiblemente el último gran atmosférico de BMW. Desarrollado para su introducción en el brillante BMW M3 E92, aquél delicioso V8 atmosférico de cuatro litros era capaz de girar por encima de las 8.250 rpm, desarrollando 420 CV, casi tanta potencia como el actual BMW M3/M4 con la ayuda de un turbocompresor. Era una verdadera gema mecánica, un motor muy especial cuyo desarrollo consumió años y miles de horas hombre. Este vídeo – ya casi un documento histórico – nos enseña como se ensamblaba y cómo se testaba.
Una obra maestra de la ingeniería requiere el cuidadoso montaje de todos sus componente, con tolerancias mínimas y pares de apriete muy precisos. En el vídeo se puede ver cómo se monta el cigüeñal sobre el bloque motor o cómo se comprueba el correcto funcionamiento de las ocho mariposas de admisión. Personalmente me ha impresionado ver de cerca la forma de los colectores de escape, ordenados en un intrincado y bello patrón directamente sacado de la competición. Ni hablemos de verlo rugir en un banco de potencia al rojo vivo.
En su forma final era un propulsor bello, sin excesivas piezas de plástico y sin artificios. Cargado de tecnología, pero sin las complicaciones que genera la presencia de la sobrealimentación. Es un motor que no se volverá a repetir en BMW, ya que la aspiración atmosférica murió en BMW Motorsport tras su reemplazo. Sólo nos queda el recuerdo, y esperar a que el último gran V8 baje de precio próximamente. Quizá entonces nos podamos permitir extraer toda la fuerza de sus entrañas.
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