El Mitsubishi i-Miev es un coche eléctrico de primera generación que continúa a la venta sin muchas esperanzas de caer en manos de particulares y con el único objetivo de venderse a flotas de car-sharing y clientes similares con importantes descuentos.
El i-Miev pertenece a esa primera hornada de coches eléctricos en los que el ahorro de costes era extremo en todos y cada uno de sus elementos, desde el chasis hasta el acabado y materiales interiores que son más propios de un coche de juguete que de un automóvil para adultos, todo ello para poder compensar el coste de las baterías. Subirse en un i-Miev es como subirse a un juguete eléctrico en todos los sentidos. El sonido y el tacto de las puertas, los mandos interiores, los asientos, todo el salpicadero… tienen el tacto de plástico barato de la mañana de Reyes Magos.
En lo tocante a prestaciones, el i-Miev alcanzará con gran esfuerzo los 130 km/h gracias a sus 67 CV de potencia máxima, pero lo hará sólo durante breves minutos antes de agotar su exigua batería de 16 kWh. Homologa 160 km de autonomía NEDC, que en el mundo real equivalen a unos 100-120 km sin exigencias especiales y se pueden quedar en mucho menos si salimos a la carretera con él y pretendemos mantener velocidades normales.
El i-Miev es un 4 plazas estricto, muy estrecho y con un diminuto maletero tras los asientos. Sus principales virtudes son precisamente su usabilidad en ciudad, su silencio de marcha y su extrema facilidad de conducción y maniobrabilidad. Podría funcionar bien como segundo coche para recorridos urbanos y transporte de niños a corta distancia, pero poco más.
En un mundo en el que las nuevas generaciones de coches eléctricos superan los 250 km de autonomía real, este pequeño juguete de plástico está condenado a descuentos salvajes para formar parte de flotas empresariales o servir como transporte interno en grandes instalaciones. Incluso como car-sharing probablemente su pequeña autonomía podría llegar a ser un problema práctico.