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Es una de las peores pesadillas para cualquier propietario de un coche con motor diésel. Aunque un coche diésel sin filtro de partículas puede expulsar algo de humo negro en condiciones normales, si un diésel dotado de FAP expulsa humo, es indicativo de que existe alguna avería o desajuste en el motor. Igualmente, un coche diésel sin FAP no debería expulsar nubes de humo negro, solo alguna bocanada en situaciones de alta carga de acelerador. Si tu coche diésel echa mucho humo negro y la cita con la ITV es pronto, es hora de hacer frente a los posibles problemas de tu coche, y encontrar soluciones para ellos.
¿Circulas mucho por ciudad, o a bajas vueltas?
Los motores diésel nacieron en los vehículos industriales, y se fueron refinando para su uso en turismos con los años. Con la llegada de los motores turbodiésel, se popularizaron enormemente y los legisladores trataron de poner coto a sus emisiones contaminantes. Emisiones especialmente dañinas en un entorno urbano, donde los óxidos de nitrógeno y las partículas en suspensión suponen un importante riesgo para la salud – especialmente en enfermos, niños y ancianos. Para ello, dotaron a los coches diésel de sistemas de recirculación de gases, las famosas EGR, o los filtros de partículas (FAP).
Estos sistemas anticontaminación están diseñados para funcionar correctamente a una temperatura elevada y constante, en ciertas condiciones óptimas. La regeneración de los FAP sólo se lleva a cabo adecuadamente con un flujo constante de gases de escape muy calientes. A bajas vueltas y baja velocidad la EGR está abierta, recirculando mucho gas de escape hacia la admisión. ¿Qué quiere decir todo esto? Que una conducción a bajas vueltas o con mucha ciudad, acaba obstruyendo la EGR y el colector de admisión, además de impedir la correcta regeneración de los filtros de partículas.
Si tu coche diésel solo circula por ciudad o lo llevas muy bajo de vueltas, sácalo de cuando en cuando a carretera abierta y trata de llevarlo más alto de vueltas. Con el paso del tiempo, si no sigues estos consejos, sus sistemas anticontaminación dejarán de funcionar de forma adecuada y el coche perderá potencia, tironeará y posiblemente emita más humos de lo debido. Como siempre solemos recomendar desde Diariomotor, si vas a hacer una conducción exclusivamente urbana o a baja velocidad, piensa en alternativas híbridas o en coches de gasolina. El diésel es para altos kilometrajes anuales y la carretera.
Comprueba el estado de EGR y colector de admisión
Dejando a un lado el tipo de conducción que hagas, si tu válvula EGR y tu colector de admisión están llenos de carbonilla, tendrás problemas de humos casi con total seguridad. La EGR recircula gases de escape al colector de admisión, para reducir la emisión de óxidos de nitrógeno. Esta tecnología es efectiva y está presente en los motores diésel desde hace más de 20 años, pero es una tecnología sucia. Con el tiempo y los kilómetros la EGR termina acumulando carbonilla, deja de abrirse y cerrarse correctamente, y llena el colector de admisión de residuos de la combustión, generando un problema de humos.
El problema de humos puede venir acompañado de tirones, un ralentí inestable, una mala respuesta del motor y un aumento notable del consumo de combustible. Tanto la EGR como el colector de admisión se pueden limpiar sin mayores dificultades, y en algunos coches son operaciones que uno mismo puede hacer. Un método efectivo para limpiar la EGR es rociarla con limpiahornos o un potente disolvente, siempre vigilando que sus conexiones eléctricas estén protegidas. Con la ayuda de cepillos podrás eliminar todos los residuos de la carbonilla. El mismo proceso es aplicable al colector de admisión del coche.
¿Está el filtro de partículas en buen estado?
Es posible que tengas el colector de admisión en perfecto estado y la EGR limpia, pero tu coche siga expulsando mucho humo negro. Es hora de revisar el estado del FAP. En coches con bastantes kilómetros – pensad en más de 150.000 km con el FAP original – su efectividad se puede ver seriamente mermada y deberá ser reemplazado. En casos extremos, el filtro será incapaz de hacer su trabajo adecuadamente, y el coche emitirá humos de forma visible. Dentro de la gravedad, este es el «mejor» de los casos. En algunas ocasiones, los sensores de presión diferencial – los que detectan el porcentaje de saturación del FAP – pueden quedar obstruidos o fallar.
En ese caso, el FAP dejaría de regenerarse correctamente. Sería necesario desmontar el FAP, comprobar el estado de los sensores y posiblemente hacerle una limpieza externa. Si el filtro está demasiado saturado y no puede llevar a cabo una regeneración de forma natural, el motor entrará en un modo de rendimiento limitado – el coche perderá muchas prestaciones – y se encenderá el testigo de fallo motor. En este artículo te explicamos en detalle el funcionamiento de los filtros de partículas, y te explicamos todo lo que debes saber sobre su regeneración, cuidado y mantenimiento.
Revisa los inyectores y el caudalímetro
El humo negro en los gases de escape es un exceso de combustible sin quemar. Si los elementos anticontaminación están en buen estado, y tanto EGR como colector de admisión están en buen estado, el siguiente paso sería comprobar el buen estado de los inyectores. Los inyectores piezo eléctricos de un sistema common rail de inyección directa trabajan a muchísima presión y necesitan estar alimentados por un combustible libre de impurezas – por ello es tan importante mantener en buen estado el filtro de combustible. Una pequeña partícula o impureza puede provocar que no pulvericen el combustible adecuadamente.
Mediante una diagnosis por OBD es sencillo saber si están en buen estado. Si no están trabajando correctamente – con el tiempo acusan también desgaste en sus puntas – puede ser necesaria su sustitución o su reconstrucción, más barata y sencilla. Por último, no es mala idea comprobar el correcto funcionamiento del caudalímetro. Al fin y al cabo es el sensor que le dice a la centralita del motor cuánto combustible inyectar, en función del aire que está entrando a través de la admisión. Si no funciona correctamente, puede interpretar que es necesario inyectar más combustible de lo debido.
¿Hay tomas de aire en la admisión/turbo?
Igualmente, conviene revisar toda la «fontanería» del motor y revisar que esté en buen estado. Un manguito rajado en el intercooler o la admisión provocaría que la mezcla de aire y combustible quedase desajustada. Una fuga de aire suele tener como resultado una mezcla enriquecida en exceso, que provoca la emisión de humos negros, fruto de un exceso de gasóleo. Estas fugas pueden ser complicadas de detectar, pero en muchas ocasiones pueden escucharse. Por fortuna, suele ser una de las averías más sencillas de reparar, a no ser que la fuga se de en el colector de admisión o en una zona de acceso complicado.
Mantenimiento básico, ¿está al día?
Aunque su influencia en las emisiones directas del coche sea más limitada, es importante que el mantenimiento básico del coche esté al día, antes de diagnosticar ningún problema de gases. El filtro de aire, el aceite y su filtro, y especialmente el filtro de combustible, deben estar al día. No tiene sentido diagnosticar una avería compleja como esta si el mantenimiento básico no está al día. Recordad que un coche en el que se han respetado los plazos de mantenimiento y ha estado bien cuidado tiene menos posibilidades de desarrollar averías – o las averías estarán mucho más acotadas.