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Puede que con el paso del tiempo hayas notado que tu coche diésel empieza a consumir más de lo habitual sin causa aparente que lo explique, como un cambio de tu modo de conducción, recorridos habituales o que circules con excesiva carga o más acompañado que de costumbre. Así pues, no estarías ante un problema que sólo afecta a tu bolsillo, sino que es el claro indicio de algún tipo de avería o de algún mantenimiento demasiado pospuesto. A continuación te contamos las principales causas de ese mayor consumo en resumidas en cinco puntos.
1. Mantenimiento básico: filtros de aire y combustible
En la mayorías de los casos ese inexplicable incremento de consumo se debe a un mantenimiento descuidado del coche, y sobre todo, a un olvidado filtro del combustible, ya que normalmente se suele cambiar el aceite junto a su filtro, además del filtro del aire, dejando de lado el mencionado filtro de combustible y el del habitáculo o antipolen. Así pues, la solución puede encontrarse en cambiar un viejo filtro obstruido de combustible, lo cual no supondrá un desembolso mayor de 20 €, motivo por el cual sería incluso recomendable sustituirlo en la revisión anual, a pesar de que los intervalos recomendados por el fabricante suelen ser de unos 30 o 60 mil kilómetros.
Otra posible explicación, casi igual de probable, es un filtro de aire sucio que impida la correcta respiración del motor, además de un aceite viejo o que no cumpla las especificaciones del fabricante, ya que no estaría lubricando de forma correcta, lo que además se traduce, entre otros aspectos, en una mayor fricción que dará lugar a un consumo más elevado(y también a un desgaste prematuro del propulsor).
2. Caudalímetro y otros sensores
Esa misma línea de una correcta respiración que comentábamos en el punto anterior nos lleva hasta el caudalímetro, un sensor cuya misión es medir la cantidad de aire que entra al motor. Para ello dispone de un filamento que varía su resistencia eléctrica según la cantidad de aire que pase, ya que cuanto más aire menor será la temperatura, parámetro que influye directamente en esa resistencia eléctrica. Así pues, si este sensor como es el caudalímetro manda un valor incorrecto de flujo másico de aire a la ECU, parámetros como la cantidad de combustible a inyectar no se calcularán acorde a la realidad, por lo que el consumo puede aumentar si cree que entra más aire.
Igualmente, una pequeña grieta o agujero en los conductos de admisión supone una pérdida de aire, y que no llegue a los cilindros la cantidad medida por el caudalímetro, con el consiguiente desajuste explicado en el párrafo anterior. Asimismo, modificaciones en la admisión, como la instalación de los conocidos filtros de potencia o anulación de las mariposas del sistema de admisión variable (las típicas «mariposas o palomillas» de BMW), además de una posible avería en dicho sistema.
Por último, también cabe la posibilidad de que cualquier otro sensor ofrezca valores erróneos, como el de temperatura del líquido refrigerante del motor (o incluso un funcionamiento defectuoso del propio termostato), lo que implica que ese motor no trabaje en la temperatura óptima, con el consiguiente aumento de consumo.
3. Sistema de inyección/alimentación
Que la razón un consumo excesivo de gasóleo se encuentre en el sistema de alimentación y/o inyección parece algo muy lógico, puesto que al fin y al cabo, es el que mayor relación guarda con él. Así pues, unos inyectores sucios u obstruidos que no permitan la correcta pulverización del combustible, y por ende del proceso de combustión, son una de las principales causas, y más fáciles de solucionar. A partir de ahí nos podemos encontrar con otros problemas como, por ejemplo, en el caso de antiguos inyectores mecánicos, que la aguja no cierre correctamente creando un pequeño goteo constante de gasóleo, o cualquier otro tipo de fuga en las diferentes juntas del sistema.
4. Sistemas anticontaminación: EGR y FAP
Los sistemas anticontaminación como la EGR y el FAP son dos clásicos focos de averías, sobre todo en motores diésel, y como tal, también dos posibles responsables de ese aumento. Una válvula EGR obstruida, total o parcialmente, implica que se recirculen gases de escape en esos momentos en los que no se debe, como por ejemplo, cuando se demanda toda la potencia del motor. Así, los gases de escape, que como es lógico se encuentran a alta temperatura, calientan el aire fresco de la admisión, provocando una pérdida de eficiencia y aumento del consumo.
En cuanto al filtro antipartículas o FAP, cuando se encuentra en una fase de regeneración activa provoca un mayor consumo de combustible, ya que se debe de elevar considerablemente la temperatura del mismo para incinerar todos los restos de partículas sólidas y hollín, lo que se consigue inyectando más combustible y creando un combustión «más potente y rica». Normalmente esas fases de regeneración activa se dan por una excesiva conducción en entornos urbanos, con trayectos muy cortos y sin revolucionar el motor, lo que desemboca en una mayor producción de carbonilla debido a una combustión en cargas parciales, ya que en el filtro de partículas no se alcanza una temperatura medianamente alta de forma sostenida, como se hace en viajes por carreta, que propicia las fases de regeneración pasiva.
5. Otras causas
Finalmente, nos podemos encontrar con otros factores que afectan a ese aparentemente inexplicable mayor consumo de combustible en tu coche diésel. Así, una presión de los neumáticos excesivamente baja implica un mayor consumo al generar más fricción, al igual que la instalación de bacas o portabultos en el techo del vehículo, lo que da lugar a un aumento del coeficiente de arrastre aerodinámico.
Asimismo, cualquier polea del motor que no gire libremente supone un freno para el giro del mismo, al igual que la propia polea-embrague del alternador o incluso el compresor del aire acondicionado. Así pues, también es buena idea revisar todos los periféricos del mismo.
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