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Los problemas de culata nunca son buenas noticias para el propietario de un coche, y suelen venir acompañados de facturas de cuatro cifras, o incluso un viaje de ida al desguace para nuestro coche, en el peor de los casos. No todas las averías de culata son iguales: algunas están causadas por una junta de culata en mal estado, y otras más graves pueden estar ocasionadas por grietas o roturas de la culata en sí. Algunos de los síntomas de una avería de culata en nuestro coche pueden ser relativamente obvios, mientras que otros pueden pasar desapercibidos a los conductores menos avezados.
¿Qué es la culata? ¿Por qué se puede averiar?
El motor está compuesto, grosso modo, por dos partes claramente diferenciadas: el bloque motor y la culata. El bloque es la parte inferior, y se llama bloque porque realmente se trata de un bloque sólido de hierro o aluminio, en cuya parte inferior está atornillado el cárter. Sobre el bloque motor se coloca la culata del motor, en la que están montadas las válvulas, árboles de levas, colectores de admisión/escape y todos los accesorios de alimentación de combustible. Bloque y culata están atornillados entre sí, y en su interior se mueven de forma lineal los pistones del motor, a velocidades infernales.
Una sencilla junta metálica es lo único que separa bloque motor y culata. Una junta que debe garantizar una estanqueidad máxima, y que está sometida a grandes presiones. Tanto la culata como el bloque motor tienen en su estructura una serie de canalizaciones, en cuyo interior discurre el líquido refrigerante – que intercambia calor con el exterior a través del radiador. Cuando tenemos problemas de culata o de junta de culata, la estanqueidad de ambos elementos se pierde. El anticongelante pasa al interior de los pistones, mientras que en otros casos, el aceite pasa al circuito de refrigeración.
En otras averías de culata, se pueden desarrollar fugas de aceite en la junta de culata o grietas en su estructura, que provocan una pérdida de compresión en el motor. El resultado de estas averías suele ser una costosa visita al taller. Si una avería de culata es tratada a tiempo, es posible que con un rectificado de la culata y una nueva junta tengamos motor para muchos años más. Otras averías pueden provocar costosos daños en los pistones, segmentos y en las propias camisas de los cilindros. En muchas ocasiones, la elevada edad o kilometraje del coche hace que temine en el desguace tras una avería de culata.
¿Cómo puedo detectar que mi coche tiene problemas de culata?
Humo blanco y denso por el escape
Hay varios síntomas perceptibles fácilmente a través de nuestros sentidos. Uno de los más obvios es que nuestro tubo de escape emite un denso humo blanco, señal de que está pasando refrigerante a las cámaras de combustión del motor. Podríamos notar una merma en el rendimiento del vehículo y tirones junto a este humo, así como dificultad para arrancar el coche. Estos síntomas podrían o no presentarse al mismo tiempo. Este consumo de refrigerante será perceptible a través del vaso de expansión: su nivel bajaría y al mismo tiempo, aumentaría el nivel de aceite en la varilla del cárter.
Mezcla de aceite y refrigerante
Si tu motor está mezclando refrigerante y aceite, podrás advertirlo de otras formas. Por ejemplo, en el tapón del aceite o al medir el nivel con la varilla encontrarás residuos, una especie de «mayonesa», un barrillo de color café con leche. Esto evidencia la mezcla de anticongelante y aceite. También podrías encontrarte esta «mayonesa» en el vaso de expansión del anticongelante, síntoma de que ha pasado aceite al circuito de refrigeración. No obstante, puedes tener problemas de culata o junta de culata y no tener estos síntomas tan visibles. Puede haber síntomas más sutiles.
Presión en el circuito de refrigeración
Uno de estos síntomas es que se crea más presión de la cuenta en el circuito de refrigeración. Con el motor caliente, agarra el tubo que sale del radiador y entra al motor. Este tubo debería estar caliente y duro, pero no duro como una piedra. Si está duro como una piedra y has sufrido recientemente alguna rotura de manguitos de refrigeración o depósito de expansión, podrían ser indicativos de una avería de culata. Otra forma de comprobar esta sobrepresión es abrir el vaso de expansión y arrancar el motor. Si a medida que se calienta comienzas a ver burbujas de aire saliendo a la superficie… mala señal.
El motor se calienta en exceso
Otro de los síntomas de que algo no va bien en nuestro motor es que la temperatura del refrigerante sube en exceso y de forma rápida. No tiene necesariamente por qué indicar una avería de culata, y en muchos casos puede ser simplemente un radiador averiado o un líquido anticongelante «añejo». Pero si el motor se calienta de forma habitual – hasta el punto de llegar a la ebullición del refrigerante – y te ves forzado a parar para evitar daños catastróficos, hay papeletas para una avería de culata. Este calentamiento suele venir de la mano de otros de los síntomas aquí descritos.
Acude un taller especialista
Las averías de culata pueden tener diagnósticos complejos, y en algunas ocasiones nuestro análisis podría no ser concluyente, especialmente si los síntomas son esquivos o no demasido evidentes. Si sospechas de que tienes una avería de culata, acude a tu taller de confianza. Ellos tienen métodos para analizar que efectivamente tienes una avería de culata. Cuentan con sistemas de análisis capaces de detectar la presencia de hidrocarburos – restos de la combustión – en el refrigerante. Si acudes a tiempo podrás evitar averías mayores en tu motor, acompañadas de facturas terroríficas.
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