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El sistema Start/Stop es ya una tecnología habitual en los coches diésel y gasolina modernos, un recurso relativamente sencillo y práctico que permite reducir consumos y emisiones durante la conducción urbana. Sin embargo, desde su introducción el Start/Stop ha sido siempre una tecnología polémico, un sistema que no ha terminado de convencer al gran público y que además puede presentar problemas o averías que perjudiquen a tu coche, especialmente si hablamos de un vehículo entrado en años.
Sistemas anticontaminación: enemigo del FAP
Lo primero que debemos dejar claro es que en el mercado existen multitud de sistemas Start/Stop, más o menos complejos, con diferentes filosofías y componentes e incluso con más o menos posibilidades en tanto a velocidades de uso gracias a la irrupción de los motores microhíbridos. Pero en todo caso hablamos de sistemas diseñados acorde al motor en el que son instalados y para soportar miles de ciclos de parada y arranque. Pero no son sistemas perfectos, especialmente cuando su funcionamiento contradice determinados procesos que necesitan los sistemas anticontaminación como es el caso de la regeneración del FAP.
Pese a que el grueso de los sistemas Start/Stop han sido diseñados para tener en cuenta cuándo deben no actuar, existen ocasiones en las que no aciertan. Un caso habitual es el proceso de regeneración del filtro antipartículas en conducción urbana, un proceso que se activa por sí solo para incinerar todas las partículas acumuladas en el filtro. Si este proceso, que necesita de revoluciones extra, temperatura constante y un periodo de trabajo superior a los 10-15 minutos, es interrumpido por la entrada en escena del Start/Stop, estaremos evitando que el FAP se «limpie». Con cada parada del motor el proceso se interrumpirá y tarde o temprano saltará la temida avería de motor por cúmulo de regeneraciones fallidas. Los sistemas Start/Stop más modernos tienen en cuenta este proceso para no inteferir en las regeneraciones, pero si nuestro coche nos alerta de una regeneración en curso mediante un aviso o el característico comportamiento que lo delata, lo ideal es que desactivemos manualmente el sistema Start/Stop para así prevenir la interrupción.
Mejor no usar el Start/Stop hasta que el motor este caliente
Sobra decir que un motor trabajando en frío es sinónimo de mayor desgaste, consumo y emisiones. Es por ello por lo que es recomendable que el sistema Start/Stop no entre a funcionar hasta que refrigerante y aceite alcancen una temperatura mínima. Pero volvemos al caso de antes, no todos los Start/Stop trabajan igual, encontrando sistemas cuyas pautas de trabajo hacen posible que tras apenas unos minutos con el motor encendido, éste se pueda apagar en cualquier detención.
Nuestra recomendación es que debemos intentar que el Start/Stop solo trabje cuando el motor está en su temperatura ideal de trabajo, 90º de refrigerante, ofreciendo así un escenario de menor desgaste y menor consumo. A temperatura de servicio no solo protegeremos mejor la mecánica, sino que los arranques serán más sencillos y suaves gracias a la completa lubricación de las partes móviles, además de por una temperatura de fluídos y materiales que mejora el movimiento de todas estas piezas.
Tras largos viajes, mejor no apagar el motor
En el caso de una conducción intensa, por ejemplo un largo trayecto por autovía, también conviene dejar a un lado la rápida desactivación del motor. Teniendo en cuenta que un motor turbodiésel habrá hecho trabajar al turbocompresor o turbocompresores por un largo periodo, el apagado instatáneo no suele ser lo más recomendable. Los sistemas Start/Stop están programados para apagar el motor en cualquier detención siempre y cuando se cumplan pautas de temperatura, carga, etc.
Por este motivo, llevemos 5 minutos de trayecto o 3 horas de viaje a plena carga, el sistema intentará apagar el motor en pos de no gastar combustible con el coche parado. Por ello nuestro consejo es que tras largos viajes, especialmente si hablamos de muchos kilómetros y/o con gran carga, procuremos desactivar el sistema Start/Stop y dejar reposar el motor a ralentí por unos minutos para favorecer el engrase y refrigeración del propulsor y con ello prevenir averías en el turbocompresor. Este consejo es especialmente recomendable para coches diésel con cierta edad, pues en los más modernos encontramos no solo sistemas de refrigeración inteligentes capaces de adaptar su trabajo, sino bombas de agua y aceite eléctricas que trabajan de forma independiente al motor principal para seguir funcionando incluso con el motor apagado.
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