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Los motores diésel ya no son lo que eran, para bien y para mal. Los motores diésel modernos son maravillas tecnológicas, con sistemas anticontaminación muy complejos. Estos sistemas anticontaminación, entre los que se cuentan las EGR o los filtros de partículas, son susceptibles de averiarse si el coche no se usa de forma adecuada, causando averías costosas a su propietario. Y lo que mucha gente ignora es que ese uso inadecuado de un coche diésel es algo tan simple como recorridos cortos por ciudad. Te explicamos por qué.
Obstrucción de la válvula EGR por carbonilla
Un recorrido de apenas 5 o 10 kilómetros en un ámbito urbano es insuficiente para que el coche – ya sea diésel o gasolina – alcance su temperatura óptima. Pero el verdadero problema está en que sus sistemas anticontaminación no pueden funcionar adecuadamente en recorridos tan cortos. La EGR, o válvula de recirculación de gases, es un componente clave de cualquier motor diésel moderno. Las válvulas EGR vuelven a meter en el motor parte de los gases de escape de la combustión, reduciendo su temperatura y la generación de óxidos de nitrógeno. Cualquier diésel con menos de 20 años cuenta con una válvula EGR.
Conducir a bajo régimen dispara la acumulación de carbonilla en su interior, como también lo hace exigir demasiado a un motor frío. Con el tiempo, la EGR deja de funcionar adecuadamente, provocando una merma en el rendimiento del motor. No solo nuestro coche andará menos, gastará más combustible, su ralentí se tornará inestable y podría dar tirones a medio régimen. En situaciones extremas, ni siquiera un desmontaje y limpieza salvará a nuestra EGR, siendo necesaria su sustitución. Dentro de lo que cabe, no es una pieza demasiado cara… al contrario que el temido filtro de partículas.
Saturación excesiva del FAP
Los filtros de partículas (FAP) están situados en la línea de escape del coche y su objetivo es atrapar las partículas micrométricas generadas en la combustión del gasóleo. En plata, evitan las humaredas negras que los diésel de antaño generaban. El filtro de partículas acumula en su interior el hollín producido en la combustión del motor, y cuando detecta que está saturado, incinera este hollín. Esta función es conocida como la regeneración del FAP, y en la práctica totalidad de turismos es una función automática, de la que no tenemos control. Y es una función clave para su buen funcionamiento.
El filtro de partículas no se regenerará a no ser que alcance una alta temperatura, que debe mantenerse constante durante el proceso de regeneración. Si el coche solo hace recorridos cortos en ámbito urbano o se abusa de marchas largas, además de generarse más partículas a causa de la combustión, el filtro de partículas no podrá regenerarse y se saturará. Cuando el FAP se satura, el coche puede iniciar una regeneración forzada, que nos exige circular durante unos minutos a un régimen de giro elevado y constante – algo que a muchos conductores puede causar problemas prácticos e incomodidad.
Un FAP saturado y una EGR sucia son una combinación «ganadora» a la hora de pasar la ITV – casi seguramente fallaremos la prueba de gases. Pero ese sería un problema menor: si el FAP se satura en exceso de forma constante, puede llegar a un punto de no retorno. Sustituir el FAP de un coche diésel moderno tiene un coste que supera los 1.000 euros, y vaciarlos es completamente ilegal.
Mayor consumo de AdBlue
Por último, no debemos olvidarnos del AdBlue. En diésel Euro 5 y Euro 6 con sistemas anticontaminación SCR e inyección de AdBlue, el consumo de este aditivo se puede disparar en recorridos cortos y trayectos urbanos. No va a causar una avería en el sistema de inyección de AdBlue, pero nos obligará a rellenarlo antes de tiempo – aquí te explicamos cómo rellenar el AdBlue del coche.
Cómo cuidar los sistemas anticontaminación de un coche diésel
¿Qué puedo hacer para no maltratar los caros sistemas anticontaminación de un coche moderno? Lo ideal para un diésel moderno es que la mayor parte de kilómetros los hagamos en carretera o autopista. A un régimen constante y una temperatura estable se genera poco hollín y los residuos de la combustión se queman sin problema alguno. Si tu coche diésel hace mucha ciudad – o se come muchos atascos – dale una buena vuelta en autopista de vez en cuando.
Una conducción a un régimen elevado y constante es una buena forma de «limpiar las arterias» de nuestro motor. Si te ves obligado a circular por ciudad de forma constante, no circules a un régimen bajo, ahogando el coche. Cambia de marchas a un régimen algo más alto, y a la larga tu motor te lo agradecerá. Tampoco es una mala idea usar de forma periódica un aditivo de limpieza profunda del motor, como el famoso In & Out de Xenum, aunque de eso os hablaremos a fondo en otros artículos.