La posibilidad de que nuestro coche sufra una avería, sobre todo una avería grave, siempre está entre los mayores temores de un conductor. Esa es la razón por la que a menudo un comprador intenta buscar una marca de confianza a la hora de adquirir un nuevo vehículo, y tiende a repetir con aquellos fabricantes de los que guarda una buena experiencia. Esa es también una de las causas que genera mayor tensión entre el cliente y el fabricante, cuando el primero asocia una avería a un problema de fiabilidad de su coche, o incluso defectos de fábrica. ¿Pero sabías que muchas averías pueden ser evitadas si adquirimos unos buenos hábitos de conducción? ¿Sabías que estas 10 averías las puede estar provocando el conductor?
Hace unos meses nos propusimos elaborar una serie de posts que explorasen todos esos malos hábitos que, de una u otra forma muchos perpetuamos en nuestro día a día, y que poco a poco van poniendo en peligro los componentes mecánicos de nuestro coche. A menudo se trata de comportamientos que se realizan de forma inconsciente. Comportamientos que no siempre dan lugar a una avería inmediata, sino que poco a poco van socavando la fiabilidad de ciertos componentes. Componentes que, en tanto están sujetos a desgaste, a menudo pueden ser problemáticos a la hora de hacer uso de la cobertura de la garantía, o reclamar un defecto de fábrica.
¿Qué malos hábitos están dañando mi coche? ¿Qué puedo hacer para evitar esos problemas?
1. No revolucionar lo suficiente el motor
Lo creas, o no, el hecho de conducir a un régimen de motor muy bajo, no permitir que nuestro motor alcance un régimen de revoluciones elevado, es una de las causas de que acaben más coches en el taller. Los motores modernos, sobre todo los diésel, emplean sistemas anticontaminación que exigen que se alcance un régimen más elevado para alcanzar la temperatura de servicio, y proceder a su regeneración. El no alcanzar un régimen adecuado en el motor también contribuye a la acumulación de depósitos de carbonilla, que a la larga también pueden generar problemas.
Los fabricantes han intentado resolver el problema con una suerte de sistemas de regeneración automática. En cualquier caso, nuestro consejo sigue siendo intentar asegurarnos de que nuestro motor se da una alegría, realizando periódicamente un tramo de carretera a un régimen alto y una velocidad constante que garantice una alta temperatura de los gases de escape. Este hábito será especialmente importante en aquellos coches que se utilicen a menudo, pero solo en el ámbito urbano.
2. Revolucionar en exceso el motor en frío
Otro de los hábitos que más estrés genera a un motor es el de revolucionar excesivamente el motor antes de que alcance la temperatura de servicio. Por desgracia, la práctica de instalar un medidor de temperatura del circuito del aceite del motor es cada vez menos habitual. Ante la falta de ese medidor, el mejor consejo pasa por conducir con suavidad durante unos minutos, en los que el motor irá alcanzando la temperatura de servicio, el aceite que lo lubrica comenzará a fluir con naturalidad. Pensad que la capacidad de lubricación del aceite es muy dependiente de la temperatura de este y que por lo tanto, en frío, el estrés que sufrirá nuestro motor si elevamos en exceso su régimen, y su lubricación no es óptima, será muy alto. Este hábito puede limitar drásticamente la durabilidad de un motor.
3. Apurar el depósito de combustible hasta la reserva
Evita exprimir hasta la última gota de combustible. Y no solo por el hecho de que, por apurar demasiado, puedas quedarte sin combustible (lo cual incluso te podría costar una multa). Cuando apuramos el depósito hasta la última gota, estamos haciendo que la bomba de combustible requiera un mayor esfuerzo para absorberlo.
Un nivel muy bajo puede hacer que se formen burbujas de aire, que impidan la correcta refrigeración de la bomba, y lo que es peor, absorber sedimentos que con el tiempo se van formando en el fondo del depósito. Esos sedimentos pueden producir averías en la bomba de combustible, atascar el filtro, e incluso llegar a los inyectores.
4. No respetar los periodos de mantenimiento y cambio de aceite
Los periodos de mantenimiento de un coche, es decir, las revisiones programadas para cambiar el aceite, y los filtros, no son un invento de los fabricantes para sacar dinero al cliente. De hecho, los fabricantes tienen razones de peso para hacer que esos periodos sean seguros para tu coche, pero a la vez lo suficientemente largos para que los costes de mantenimiento de un coche no se disparen.
El lubricante es uno de los actores más importantes a la hora de garantizar el buen funcionamiento del motor, y hacer que su durabilidad aumente. Sé muy respetuoso con los periodos de mantenimiento. Al intentar alargar la vida útil del aceite de nuestro motor, más allá de lo recomendado, estaremos haciendo que nuestro motor trabaje con un aceite cuyas propiedades han ido mermándose, con el tiempo y el uso, de manera que su lubricación no sea la misma. Es muy importante respetar esos periodos de mantenimiento, especialmente cuando hagamos un uso exigente de nuestro coche. Y por uso exigente no solo entendemos una conducción deportiva, sino también un alto porcentaje de conducción en ciudad.
Más información sobre este mal hábito: ¿Por qué no debes jugártela a la hora de cambiar el aceite?
5. Pisar incorrectamente el pedal del embrague
Otra de las averías más temidas es, sin duda, la del embrague. El pedal del embrague, que cuando lo accionamos en realidad desembraga la transmisión, solo ha de pisarse en el momento en que vayamos a cambiar una marcha. Ni antes, ni después. Sigue estos 5 consejos:
1. Evita apoyar el pie en el pedal del embrague (asegúrate de que tu pie izquierdo se apoya en el reposapies, a la izquierda del embrague).
2. Cada vez que cambies de marcha, asegúrate de pisar a fondo el pedal, en todo su recorrido.
3. No sueltes demasiado rápido el embrague para evitar generar fricciones innecesarias.
4. En las detenciones, no dejes pisado el pie izquierdo en el pedal del embrague, desengrana marchas y mantente en punto muerto.
5. Aprende a controlar el «punto de embrague», para evitar quemarlo al arrancar en pendientes pronunciadas.
6. Hacer un mal uso de la caja de cambios
Es importante que conozcas bien a tu coche, y que sepas en qué rango de revoluciones se comporta mejor. Engranar marchas a un régimen muy bajo, hará que el motor de tu coche sufra un estrés innecesario. Esa sensación seguro que te resulta familiar, la de engranar la marcha superior y encontrarte con que a tu coche le cuesta ganar velocidad, comienza a dar tirones más o menos ostensibles, hasta el punto en que tenemos las sensación de que se va a calar de inmediato. No existe una regla general para todos los motores que nos indique qué régimen es el adecuado para cambiar de marcha. Pero evidentemente, si te has sentido identificado con el ejemplo anterior, has de saber que quizás debas elevar un poco más las revoluciones del motor de tu coche antes de buscar la siguiente marcha.
Otro problema muy común, que puede poner en peligro la caja de cambios de tu coche, es el mal hábito de llevar la mano apoyada en el pomo de la palanca.
7. No dejar que el turbo descanse
Otro hábito muy común, y perjudicial para los motores turbos – que actualmente son mayoría en nuevas matriculaciones – pasa por parar el motor inmediatamente, según hayamos llegado a nuestro destino. Antes de quitar el contacto es necesario dejar que el turbo repose, que la lubricación se detenga progresivamente y la temperatura de la turbina se atenúe. El tiempo que debemos dejar al turbo reposar depende mucho de nuestra conducción durante los últimos minutos, debería oscilar entre unos segundos y uno o dos minutos.
Por ejemplo, si has estado maniobrando muy despacio para aparcar durante un minuto, no será necesario que esperes tanto tiempo como si te hubieras detenido inmediatamente en doble fila tras un viaje. En cualquier caso, no está de más pecar de ser excesivamente prevenidos, que pecar cometiendo un error que puede hacer que la vida útil de nuestro turbo se reduzca drásticamente. Y ya sabemos que un turbo no es precisamente barato.
8. Maltratar tus neumáticos y descuidar el control de las presiones
Circular con las presiones muy bajas, no solo causa un desgaste irregular en tus neumáticos (que ya sabes no son precisamente baratos), sino que también es peligroso (puede aumentar la distancia de frenado, reducir el agarre, o incluso aumentar el riesgo de reventón) y aumenta tu consumo de combustible. Un buen consejo pasa por hacer coincidir la revisión de las presiones con los repostajes. No es necesario que revises las presiones cada vez que vayas a repostar, pero sí es importante llevar a cabo esta tarea una vez cada dos semanas, o una vez cada mes, en función del uso que hagas de tu vehículo. También es interesante recurrir a soluciones como el inflado con nitrógeno, especialmente si somos descuidados, ya que garantiza que las presiones se mantengan en unos niveles adecuados durante mayor tiempo.
También es importante evitar subir bordillos, o aparcar apurando tanto el bordillo que hagamos que este quede en contacto con el flanco de nuestro neumático, o roce durante las maniobras. Con estos malos hábitos podemos provocar averías importantes directas, que van desde pellizcos que pueden traducirse en bultos, y en zonas del neumático muy propensas a un reventón, hasta reventones inmediatos.
9. Pasar a demasiada velocidad los badenes y resaltos
Tan peligroso como subir un bordillo, el hecho de pasar un badén o un resalto a toda velocidad. Ídem con los baches que, por desgracia, son muy comunes en algunas carreteras y calles españolas. Al pasar un resalto, no solo estaremos sometiendo al neumático a un esfuerzo innecesario, sino también al chasis, y al conjunto muelle, amortiguador.
Pasar a demasiada velocidad puede conllevar daños inmediatos en componentes del chasis de nuestro coche, los anclajes, o incluso las llantas. En cualquier caso, y aunque no se produzcan daños inmediatos, recuerda que el chasis de tu coche tiene memoria y que cada salto que sufra en un resalto, estará acortando la vida de sus componentes. Descuidar este aspecto puede hacer que aparezcan de forma prematura daños en componentes de la suspensión, y que no absorba correctamente las irregularidades del terreno, o incluso genere problemas adicionales, como el desgaste irregular de los neumáticos.
10. Abusar de los frenos
Cuando desciendas pendientes prolongadas, evita abusar de los frenos. Es decir, no siempre es necesario pisando continuamente el freno para evitar que nuestro coche baje desbocado una cuesta. Uno de los recursos más importantes, y quizás desconocidos por algunos conductores, es el del freno motor. A menudo basta con reducir una marcha para que la retención del motor nos ayude a contener la velocidad. Evitar el mal hábito de abusar del freno puede ayudarnos a alargar la duración de las pastillas, los discos, y el líquido de los frenos, cuya sustitución se traduce en facturas importantes. Para alargar la vida de los frenos también es importante hacer una conducción anticipativa, es decir, anticiparnos a lo que sucede delante de nosotros para evitar frenar de golpe, o incluso detener nuestro coche antes del próximo semáforo sin necesidad de tocar el freno.
También es importante dejar descansar los frenos si los hemos sometido a un estrés excesivo (descender un puerto, conducción deportiva…). En esas situaciones, evita detenerte justo después del esfuerzo y dejar completamente pisado el pedal del freno, o el freno de mano. Esa situación puede provocar que los discos sufran un alabeo que, en última instancia, se traduce en incómodas vibraciones en la frenada (el diagnóstico de alabeo en discos suele apreciarse sobre todo cuando se toca el freno a velocidades medias-altas, y comprobamos que existe una incómoda vibración que a veces incluso se traslada hasta la dirección y el volante).
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