En nuestros coches conviven multitud de fluidos para que todos sus componentes internos funcionen adecuadamente. No solo hablamos de combustible y aceite de motor, hay otros lubricantes para la caja de cambios, líquidos hidráulicos para la dirección asistida, fluido de frenos, anticongelante o aditivos como AdBlue y líquido de filtro de partículas. Por tanto, es muy importante saber a qué nos estamos enfrentando cuando encontramos bajo el coche gotas o manchas que no sabemos identificar a priori. Créeme, tu cartera agradecerá esta guía: puede evitarte muchos sustos y averías de mayor calado.
Tu coche no debería perder ningún fluido
Los coches están diseñados como sistemas estancos. El único líquido que tu coche puede expulsar sin ser indicativo de una avería, es agua, procedente de la condensación del sistema de climatización. Estos pequeños charcos de agua, más visibles en verano o con calor, pueden acumularse bajo el coche si estamos un rato parados con el aire acondicionado en funcionamiento. Al ser agua, se evaporará de forma natural, sin dejar residuo alguno. El problema viene cuando nuestro coche pierde cualquier otro tipo de fluidos: hay una fuga, y por tanto, un problema.
Aunque tendemos a identificar a los coches viejos y entrados en kilómetros con coches que pierden fluidos, la realidad es que un coche bien mantenido – por muy viejo que sea – no debería perder ningún tipo de líquido. Esto también te lo recordarán en la ITV: una pérdida de aceite sin goteo es un fallo leve, una pérdida de aceite u otro fluido con goteo es un fallo grave y supone una ITV desfavorable. La gravedad de la pérdida es lo que discutiremos cuando analicemos, a continuación, cómo identificar esa mancha que ha dejado el coche en la plaza de garaje.
Pérdidas de aceite de motor: las más comunes
Lo más habitual es encontrar pérdidas de aceite bajo el coche. Estas pérdidas pueden provenir de retenes, tapas de balancines o líneas de lubricación. Una pérdida de aceite leve es encontrar un par de gotas a la semana bajo el coche. Una pérdida grave es que se forme un charco bajo el coche estando parado, llegando incluso a ser necesario un rellenado de aceite. Para identificar si es aceite lo que hay bajo tu coche, te tocará agacharte y tocar el fluido con tus dedos. Si es aceite, será un fluido muy resbaladizo y relativamente viscoso.
Si tu coche es diésel, el aceite será de color negro intenso, tan negro como el carbón o el petróleo. Por el contrario, si tu coche es de gasolina, el aceite tenderá a tonos dorados e incluso amarillentos si el aceite se ha cambiado recientemente. Esta prueba del algodón no es de total fiabilidad a causa de la suciedad del suelo, pero al tacto se identifica fácilmente el fluido. Si la pérdida es grave, vigila muy de cerca el nivel de aceite del motor y no postergues tu visita al taller, ya que la salud de tu coche puede estar en entredicho.
Fugas de anticongelante: otro clásico
Tras las fugas de aceite de motor, las pérdidas de anticongelante son las más comunes en un vehículo. El refrigerante es el encargado de regular la temperatura de nuestro motor y evitar un excesivo calentamiento, cuyo resultado último sería un motor gripado. El refrigerante circula a presión por todos los recovecos del bloque y la culata, además de circular por el radiador e intercooler, con el vaso de expansión como punto más visible. En toda esta fontanería, con el tiempo, los ciclos de calor, y la presión, se crean puntos débiles y fugas.
El anticongelante suele tener un color llamativo – verde o rosa son los más habituales – y tiene un olor realmente característico. Un olor dulzón y penetrante que nunca deberíamos oler si el sistema de refrigeración está en buen estado. Las pérdidas de anticongelante, además de este color y olor característicos, suelen dejar residuos similares a la cal. Incluso si el líquido ya se ha evaporado, el residuo seguirá siendo visible. Aunque no lo parezca, a la larga, reparar la fuga sale más barato que ir rellenando refrigerante de forma constante y rutinaria.
Pérdidas de combustible: ¿diésel o gasolina?
Si tu coche es de gasolina y tienes una fuga en el sistema de alimentación de combustible la identificarás mucho antes por el olfato. Un olor penetrante a gasolina es el indicativo de que algo no va bien, y es más fácil guiarse por el olfato que por la vista. La razón es que la gasolina se evapora muy rápidamente, y aunque nuestro coche tenga un goteo constante de zumo de dinosaurio, no deja rastro alguno si la pérdida no es grave. La gasolina, además de su olor típico, es casi transparente y tiene una fluidez (densidad) muy similar al agua.
El escenario cambia con el gasóleo. El gasóleo no se evapora tan fácilmente y al contar con propiedades lubricantes, deja manchas en el suelo. Es común que tiña los bajos del coche de un color marrón o negruzco, en ocasiones fácil de confundir con pérdidas de aceite. Para comprobar si es aceite o es gasóleo, lo mejor es tocarla con los dedos: el aceite de un coche diésel es negro como el carbón y el gasóleo no solo será más líquido, si no que tendrá un color más claro. La suciedad del suelo o los bajos del coche puede complicar su identificación, todo sea dicho.
Fuga de valvulina (aceite del cambio): ¿idéntica a una fuga de aceite?
Las fugas de valvulina son idénticas a las fugas de aceite de motor en un coche de gasolina. Su color es más o menos dorado, y si hay un punto que las diferencia de las fugas de aceite de motor, es que el fluido puede ser considerablemente más viscoso. Una inspección visual puede ayudarnos a identificar si es valvulina o aceite de motor: si proviene de un lado del motor – en un coche de tracción delantera – o está situada casi bajo el habitáculo – en un coche de propulsión – hay ciertas posibilidades de que la fuga sea de aceite del cambio.
Ahora bien, si tu coche usa un cambio automático, la pérdida de fluido será diferente. El líquido lubricante de los cambios automáticos es conocido como ATF (Automatic Transmission Fluid) y tiene un color rojo brillante, similar en cierto modo a un vino tinto barato. Se pueden producir fugas en la bomba de aceite del cambio, por la junta del cárter o incluso por su propio radiador de aceite. Es importante atajar el origen de estas manchas de color rojo, ya que pueden provocar un sobrecalentamiento del cambio o incluso que el coche sea incapaz de cambiar marchas.
Otras fugas: líquido de frenos y líquido de dirección
La dirección asistida hidráulica de un coche emplea un fluido específico para su funcionamiento, al igual que el sistema hidráulico de frenos. En algunos coches se comparte el fluido de la dirección asistida con el fluido hidráulico que permite el accionamiento del embrague. Estos fluidos son bastante similares en su composición y tonalidad: se parecen al aceite de motor, con un tono dorado o marrón. En ocasiones es complicado identificar su procedencia, siendo la mejor clave buscar su procedencia: junto a las ruedas, en la zona del cilindro maestro…