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Muchos son los mitos que existen en el mundo del motor, como en todos los ámbitos. En esta ocasión vamos a desmontar el mito de añadir un poco de gasolina a tu coche diésel para limpiar el motor y sistema de inyección. Para empezar, ¿no crees que si la gasolina fuera beneficiosa las propias petroleras añadirían una pequeña cantidad, al menos al diésel premium? Ciertamente, esta afirmación podría tener casi la misma veracidad que si decimos en lugar de gasolina un chorreón de whiskey.
¿En qué se basa este mito?
En primer lugar, lo que sí es cierto es que durante el proceso de combustión del diésel se genera una serie de depósitos de carbonilla (compuestos del carbono procedente de una combustión incompleta del hidrocarburo) que se adhieren en la zona de la cámara de combustión, las válvulas (sobre todo la de escape) e incluso en el propio inyector. El problema es que esos depósitos de carbonilla se adhieren muy fuertemente, siendo extremadamente difícil eliminarlos, llegando incluso a dificultar la atomización del combustible a su salida por el inyector, factor clave en el proceso de deflagración (inicio de la combustión aire-diésel).
A partir de este hecho, la creencia popular alega que una pequeñísima cantidad de gasolina (uno o dos litros por depósito, cada diez o quince mil kilómetros) ayuda a eliminar esa capa de carbonilla, puesto que la gasolina tiene un poder detonador mayor que el diésel. De esta forma, cuando la gasolina se inflame y produzca una serie de detonaciones en el cilindro, estas generan unas vibraciones u ondas de choque, que eliminan la carbonilla adherida.
Puede que hasta cierto punto esta teoría fuera cierta (personalmente no lo he comprobado ni hay ningún estudio serio publicado) en aquellos primitivos motores diésel atmosféricos de los años 60 y 70. Aunque al menos, dada su robustez y sencillez, esos vetustos motores diésel capaces de funcionar prácticamente casi con aceite, por lo que una concentración inferior al 2% de gasolina en su combustible no los iba a hacer fallar, y sí que provocaba un impagable efecto placebo en su feliz propietario. Lo que sí está claro es que en un motor diésel medianamente moderno, a partir de los 90, ni se te ocurra hacerlo.
¿Qué consecuencias puede tener añadir gasolina?
Llegados a este punto, me gustaría aclarar que, y sin que sirva de precedente, si lo haces una vez y añades una pequeña cantidad (1 litro en un depósito de 50 litros, lo que representa un 2%), posiblemente, y a más en un corto o medio plazo, no tenga ningún efecto negativo. Pero ojo, digo posiblemente, poquísima cantidad y una vez; aunque por favor, ¡NO LO HAGAS!
Hecho este pequeño inciso, comencemos a exponer qué efectos negativos puede provocar esa pequeña cantidad de gasolina:
• La gasolina posee unas propiedades totalmente opuestas al diésel, mientras que la primera tiene carácter de disolvente, el segundo lo tiene de lubricante. Esto implica que ciertas juntas de goma del circuito de combustible y sistema de inyección se deterioren y se corroan. De hecho, si sobre tu piel te cae un poco de gasolina (por ejemplo la usada en los famosos mecheros Zippo) verás como aparece una especie de quemadura molesta.
• El diésel, al tener cierta cantidad disuelta de gasolina, verá modificado su índice de cetano, el cual influye para que la combustión sea de calidad y se realice de forma correcta. Un motor está “preparado” para un número de cetano correspondiente al combustible comercial, con su correspondiente tolerancia y demás, pero no para una variación mayor. El índice de cetano es un parámetro relacionado con el tiempo que transcurre desde que se inyecta el combustible hasta que comienza la combustión.
• En los actuales motores diésel se inyecta el combustible atomizado a una presión del orden de los 1500 – 2000 bares (para que te hagas una idea, los neumáticos trabajan a unos 2,5 bares, y las válvulas de seguridad de una instalación de agua caliente rara vez superan los 8 bares). Esta atomización consiste en pulverizar en multitud de finas y pequeñas microgotas el combustible, de forma que entren en la cámara de combustión describiendo una trayectoria determinada y previamente estudiada. ¿Dónde está el problema? Para cada ciclo entra en el inyector una pequeñísima cantidad de combustible, y si en esta pequeña cantidad de combustible la presencia de gasolina es importante, la atomización no será la esperada (la gasolina y el diésel se comportan de forma diferente, puesto que tienen distintas densidades, viscosidades…), por lo que dará lugar a una combustión inadecuada.
• Por último, y no menos importante, también podría darse el fenómeno de picado de biela, ya que la propia presencia de restos de gasolina en el interior del cilindro puede dar lugar a explosiones en la carrera ascendente del pistón.
Así, el uso de esta técnica puede acarrear problemas en la bomba de combustible (gripada por falta de lubricación), juntas deterioradas, filtro de combustible, inyectores dañados…
Entonces, ¿qué puedo hacer para “limpiar” mi motor diésel?
Existen varias formas de limpiar esos restos de carbonilla. La más económica y sencilla es usar un aditivo de cualquier marca de reconocido prestigio, el cual no te costará más de unos 10 €. Sobre este punto decirte que he tenido experiencias cercanas con estos “productos-milagro”, y que ha excepción de un tapafugas del sistema refrigeración, en ninguna ocasión he sido capaz de apreciar ningún efecto tangible. De hecho, ciertos fabricantes desaconsejan el uso de este tipo de producto debido a lo agresivo de las sustancias químicas que poseen.
A partir de ahí, la siguiente técnica es la limpieza por barrido. Esta técnica consiste, básicamente, en desconectar en la rampa de inyección la entrada de combustible y hacer un by-pass para que entre un líquido limpiador por medio de un recipiente estanco a presión. Luego, se arranca el motor y ese líquido va pasando y limpiando los inyectores, hasta que se acaba y se para el motor. Lo cierto es que esta técnica es un tanto desaconsejable, por el riesgo que se corre de dañar los inyectores y lo agresivo de su limpiador.
Por último, pasamos a la limpieza por ultrasonido, que es, sin género de dudas, la mejor forma. Esta técnica implica desmontar todos los inyectores y ponerlos en un banco de pruebas para comprobar su funcionamiento (estanquidad, pulverizado, caudal…) y limpieza por ultrasonido (consiste en emitir una serie de ultrasonidos imperceptibles por el oído humano que hacen vibrar la pieza en cuestión y así eliminar la suciedad). Gracias a esta técnica, obtenemos un inyector perfectamente limpio y comprobado, aunque como te puedes imaginar, es la forma más cara de las tres expuestas.
Hasta aquí este post para desmontar el falso mito de añadir un poco de gasolina para limpiar mi motor diésel. Espero que te haya resultado útil y que si estabas pensando en llevar a la práctica este falso mito, hayas cambiado de opinión.
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