Contenido
- 1. Aquaplaning
- 2. Riesgo de pinchazo o reventón
- 3. Evitar el sobreviraje
- 4. Mantener neumáticos con edades similares
- 5. Frenada de emergencia
- Vehículos con tracción total, la excepción
La gran mayoría de los conductores realiza el cambio de neumáticos de dos en dos, y es en ese momento cuando les asalta la duda de en qué eje colocar los nuevos neumáticos. Las dos más respuestas más extendidas son las de “…colócalos en el eje delantero, que es donde está la dirección…” y “…pues en el eje que estén los más gastados…”.
Pues bien, la respuesta es muy clara y simple, los neumáticos nuevos siempre se montan en el eje trasero por razones de seguridad. Con ello se consigue una mayor seguridad, ya que se obtiene una adherencia más alta, una mayor estabilidad y se reduce el riesgo de sufrir aquaplaning.
Cierto es que en la mayoría de los coches los neumáticos delanteros son los que sufren un mayor desgaste. Esto es debido que ellos se encargan de la dirección, al realizar una maniobra en parado y girar sobre sí mismo experimentan una fricción más alta, además de que el peso que recae sobre el eje delantero es mayor (normalmente el motor va colocado en el eje delantero), sin olvidar que la inmensa mayoría de los coches que circulan por nuestras carreteras son de tracción delantera. Así, a la hora de realizar un cambio de neumáticos, por norma general, lo que se debe hacer es montar en el eje trasero los nuevos, y los del eje traseros pasarlos al delantero. Así, nos aseguramos rodar con unos neumáticos de edades más o menos similares, ya que “al poco tiempo” de haber colocado los neumáticos nuevos atrás, será necesario sustituir los delanteros, pasando esos neumáticos casi nuevos de atrás hacia delante, y contando atrás con unos recién estrenados.
A continuación desgranamos las 5 razones de por qué actuar así:
1. Aquaplaning
Los neumáticos presentan una serie de canales que evacuan el agua, proporcionando así agarre en mojado. Cuando el neumático está gastado la profundidad de estos canales en menor, por lo que el neumático experimenta una mayor dificultad para evacuar el agua y se produce el fenómeno de aquaplaning, en el cual el coche literalmente flota sobre el agua. Controlar un coche que sufre aquaplaning en el eje trasero es, en general y para la mayoría de los conductores, más difícil que si ocurriera en el eje delantero. Además, al tener el coche más peso en el eje delantero (como sucede normalmente), ese neumático es empujado hacia el asfalto, por lo que en cierta medida se contrarresta la flotabilidad antes citada, por lo que es más complicado que este fenómeno ocurra en dicho eje.
2. Riesgo de pinchazo o reventón
Un neumático con mayor desgaste tiene más probabilidades de sufrir un pinchazo o reventón que uno nuevo, ya que ha estado sometido a más esfuerzos, fatiga, su espesor se ha reducido… Así, controlar el coche ante un reventón en el eje trasero es más complicado que si se produce en el delantero, ya que en este último podemos ayudarnos de la dirección para solventar la situación.
3. Evitar el sobreviraje
Como hemos dicho, para la mayoría de los conductores es más difícil controlar un sobreviraje (que el coche se vaya de atrás) que un subviraje (tienda a irse de la parte delantera), por lo que parece coherente montar los neumáticos nuevos en el eje trasero para evitar el sobreviraje.
Esto se debe a que la forma de actuar en un subviraje (el coche pierde adherencia del eje delantero y tiende a irse de morro) es más intuitiva y natural. Cuando se produce y el conductor frena, se transfiere peso al eje delantero, aumentando la adherencia de dicho eje, a costa de perderla en el eje trasero. Así, si hemos montado las ruedas nuevas correctamente, el desgaste de las delanteras se compensa con ese plus por la transferencia de peso, y la pérdida de las traseras por ser éstas nuevas.
Por el contrario, cuando el vehículo experimenta un sobreviraje, y el conductor frena, lo que estamos haciendo es agravar aún más la situación, ya que tenemos una pérdida de adherencia en eje trasero, unida a que por esa frenada “mal ejecutada” estamos pasando peso, y por tanto adherencia, del eje trasero al delantero, y por último, contamos con unos neumáticos viejos y con poco agarre.
4. Mantener neumáticos con edades similares
Como ya hemos explicado unas líneas más arriba en la introducción, los neumáticos del eje delantero sufren un mayor desgaste. Así, cuando montamos unos neumáticos nuevos en el eje trasero, transcurrido un periodo de tiempo relativamente corto es necesario sustituir los delanteros. Entonces los traseros, que están casi nuevos, los pasamos al eje delantero, y atrás calzamos una nueva pareja. De esta forma logramos circular con neumáticos de edades muy similares.
5. Frenada de emergencia
En caso de frenada de emergencia se produce una transferencia de pesos del eje trasero al eje delantero (por inercia tendemos a irnos hacia delante). Así, como el eje delantero tiene un mayor peso sobre él, tendrá una mayor adherencia que el trasero. Si el trasero en lugar de contar con unos neumáticos nuevos y en perfecto estado contase con unos neumáticos gastados, sería muy fácil perder el control. Siguiendo este razonamiento, el eje delantero obtiene en esta situación un plus de adherencia, el cual compensa la pérdida por contar con unos neumáticos menos nuevos.
Vehículos con tracción total, la excepción
Sin embargo, en los vehículos con tracción total la pregunta que ocupa este artículo no tendría cabida, puesto que ellos es totalmente desaconsejable cambiar los neumáticos de dos en dos. Esto se debe a que unos neumáticos degastados tendrán un diámetro ligeramente menor que unos nuevos, y por tanto, para rodar a la misma velocidad que esos neumáticos nuevos tienen que dar más vueltas (girar más rápido), lo cual implica que el diferencial central de un vehículo con tracción integral esté trabajando constantemente, dando lugar a un desgaste prematuro del mismo, teniendo en cuenta además que su aceite sufrirá más, y los intervalos de cambio del mismo deberán reducirse.
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