El depósito del líquido limpiaparabrisas suele ser uno de los grandes olvidados dentro de las labores de mantenimiento del coche. No deberíamos descuidarlo porque puede ser un riesgo para nuestra seguridad, para la del resto y, además, puede darnos problemas. ¿La razón? Una luna delantera sucia es peligrosa porque reduce nuestra visibilidad así que siempre deberías tener a punto este sistema. Eso sí, no rellenes el líquido limpiaparabrisas con agua: te explicamos por qué.
Antes o después de un desplazamiento podemos invertir unos minutos en limpiar la luna delantera, pero cuando estamos circulando esa tarea es responsabilidad de los limpiaparabrisas que se encargan de limitar los efectos del polvo, la contaminación, los mosquitos… Cabe destacar que, según apunta Mapfre, la acumulación de suciedad puede provocar una pérdida de visibilidad de entre un 20 y un 30%. Razón suficiente para no olvidarnos del depósito que contiene el líquido limpiaparabrisas.
¿Por qué no debes usar agua?
Muchos coches contienen un mensaje clave en el tapón: “Usar sólo líquido específico”. Y no deberías ignorar esta recomendación porque siguiéndola evitarás problemas… y algunos pueden ser serios.
No debes usar agua para rellenar el líquido del parabrisas porque su punto de congelación es de cero grados: una temperatura que es fácil alcanzar en los meses más fríos del año cuando tu coche ha pasado una noche (o más) en la calle. Esto no sólo hará que te quedes sin la forma de limpiar la luna delantera. Al aumentar de volumen puede dañar el depósito, los conductos por los que circula o, incluso, los eyectores.
En otros casos, el agua del depósito puede resistir a las bajas temperaturas y congelarse cuando entra en contacto con el parabrisas anulando la visibilidad. Dependiendo de la zona, puede contener elevados niveles de cal que dejan sedimentos causando, así, obstrucciones. A esto hay que añadir la oxidación, los daños en las gomas e, incluso, el mal olor del agua que lleva estancada cierto tiempo.
El agua sólo sería una solución temporal en caso de emergencia, es decir, cuando te has quedado sin líquido específico, el depósito está vacío y no cuentas con otra alternativa: rellena el depósito con la cantidad mínima necesaria y, cuando tengas oportunidad, añade un producto creado de forma concreta para esta labor.
Usa un líquido específico
Comprar un líquido específico para el parabrisas no supondrá una gran inversión: las garrafas suelen tener cinco litros y no superar los cinco euros. Los encontrarás en establecimientos específicos, en grandes superficies, en tiendas de comercio electrónico…
Algunos son aptos para ser mezclados con agua y otros se vierten directamente en el depósito: sea como sean, tienen en común sus capacidades anticongelantes que conseguirán que se mantenga líquido, incluso, cuando el termómetro señale temperaturas negativas. Los más avanzados incluyen, además, elementos hidrofóbicos que hacen que las gotas se deslicen por el parabrisas en vez de quedarse acumuladas sobre el cristal.
¿Y un líquido limpiaparabrisas casero?
Insistimos en que lo mejor para nuestro coche (y para nuestra seguridad) pasa por usar un líquido limpiaparabrisas específico por todas las propiedades que tienen, pero hay quien prefiere hacerlo en casa. Si eres uno de ellos, toma nota.
La fórmula más extendida consiste en mezclar 1/3 de limpiacristales con 2/3 de agua aunque el primero se puede sustituir por un producto para lavar los platos. Si te decantas por esta opción aplica una pequeña cantidad porque suelen ser concentrados y si te pasas es posible que organices tu propia fiesta de la espuma mientras estás conduciendo, algo bastante peligroso.
Para conseguir el efecto anticongelante, la mezcla ideal debe contener 1/2 de vinagre y 1/2 de agua o 1/4 de amoníaco con 1/4 de agua. En ambos casos puedes complementarlo con unas gotas de tu lavaplatos habitual.
¿Cómo rellenar el líquido limpiaparabrisas?
Para llevar a cabo esta operación no vas a necesitar grandes conocimientos de mecánica: basta con saber cómo se abre el capó de tu coche. Eso sí: te aconsejamos que lo hagas con el motor en frío para evitar el riesgo de sufrir quemaduras por el roce con algunas partes que estén calientes. Si quedan restos del líquido antiguo, no te preocupes: mezclarlo con el nuevo no causará problema alguno.
Generalmente, el depósito suele estar en un lateral del vano motor: es blanco y el tapón azul (aunque puede ser de otro color) y tiene dibujado el símbolo que representa al cristal delantero de tu coche. Para rellenarlo basta con abrirlo, colocar un embudo para que no se derrame el líquido y verterlo poco a poco hasta el límite marcado en el depósito o hasta que esté lleno.
Cuando hayas terminado, retira el embudo, cierra el tapón, haz lo mismo con el capó y arranca el coche para comprobar que funciona correctamente. Es un buen momento, también para limpiar las escobillas: puedes hacerlo aplicando un producto limpiacristales a una bayeta o a una esponja para retirar la suciedad, pero no uses cepillos o estropajos porque pueden dañar la goma.