Si eres un amante de la competición y un ensimismado que aprecia todo detalle, seguro que te has percatado de numerosos movimientos que realizan los pilotos y que no se suelen aplicar en la conducción cotidiana. Dentro de este cómputo de técnicas, a los ojos del menos experto como espasmos raros y curiosos, nos encontramos con lo que se conoce como punta-tacón y doble embrague, dos fórmulas que nos permitirán realizar una conducción más eficaz y cuidar un poco más la mecánica del coche. Hoy te explicamos qué son, cómo se ejecutan y para qué sirven.
Y es que entre todas las técnicas que alguien no profesional o no asiduo a la conducción en circuito puede realizar, tal vez estas dos que hoy nos ocupan sean las más sencillas de llevar a cabo. Aunque bien es cierto que perjudicarán en cierta manera el consumo -elevándolo según la intensidad con la ejecutemos esta práctica-, podremos alargar la vida del embrague si las realizamos correctamente.
¿Qué es el punta-tacón?
Bien, antes de entrar en el plano de la ejecución, debemos saber qué son exactamente estas técnicas. El punta-tacón es, en esencia, la acción que nos permite igualar la velocidad de giro entre ejes primario y secundario del cambio.
Pese a que el objetivo del doble embrague y del punta-tacón es el mismo, ambas se realizan de forma diferente -se pueden combinar aplicándolas en distintas circuntancias- y todo depende, principalmente, del tamaño de nuestro pie y de lo juntos o separados que estén freno y acelerador.
Estas técnicas se llevan poniendo en práctica desde tiempos inmemorables, sobre todo en el mundo de las carreras, donde es crucial perder el menor tiempo posible frenando y entre curva y curva. Hoy en día, esta función se ha extrapolado a la conducción diaria e incluso cuando simplemente queremos disfrutar en nuestro tramo de curvas favorito y consiste, básicamente, en igualar las revoluciones del motor con las de la transmisión para lograr así que el giro de ambos componentes sea lo más parejo posible.
Seguramente habéis experimentado en más de una ocasión una fuerte retención por parte del coche al soltar el embrague tras reducir de marcha; eso se debe a que el motor busca igualar la velocidad de giro del embrague una vez que ambos están acoplados y, cuando se da dicha retención, es porque el disco del embrague giraba mucho más rápido. Para evitar esto, evitar posibles bloqueos y reducir más rápido, se emplea la técnica del punta-tacón o doble embrague, requiriendo la primera del freno para realizarla.
¿Cómo se ejecutan el punta-tacón y el doble embrague?
Es cierto que en la teoría suena muy bonito, pero es necesario practicar antes de realizarla en carretera abierta y tener en cuenta que todo depende del tamaño de nuestro pie y de la distancia entre los pedales como ya hemos mencionando. Empezando por el punta-tacón, estamos hablando de una técnica con la que, como su propio nombre indica, debemos usar la punta de nuestro pie y el «tacón», es decir, la parte final, al mismo tiempo.
Cuando vamos a reducir de marcha y ya estamos desembragando y queremos reducir la velocidad del coche para entrar en una curva, debemos frenar con la punta del pie mientras propinamos un golpe de gas con la planta de este. Con esto conseguimos aumentar el régimen de giro del motor antes de embragar, logrando así que la diferencia de revoluciones entre el propulsor y la transmisión sea ínfima y podamos preocuparnos de acelerar y frenar más rápido sin tener en cuenta la retención así como embragar con total despreocupación.
El doble embrague se caracteriza por ser una técnica más sencilla de realizar porque no requiere del freno. Para llevarla a cabo, debemos desembragar, insertar punto muerto durante un breve -muy breve- periodo de tiempo y propinar un golpe de acelerador mientras no tenemos ninguna marcha aún engranada. Tras aumentar las revoluciones del motor con punto muerto, debemos insertar la marcha inferior lo más rápido posible, consiguiendo así que el giro del motor aumente para emparejarse con el giro de la tranmisión.
¿Tiene realmente algún beneficio el punta-tacón?
Ya hemos visto que uno de los principales objetivos tanto del punta-tacón como del doble embrague es el de reducir el tiempo entre reducción y reducción para poder salir lo más rápido posible. Sin embargo, ¿estas técnicas tan solo nos ahorran tiempo o tienen algún otro beneficio que nos podría alentar a realizarlas en más de una ocasión?
Lo cierto es que sí, y es que gracias a evitar esa diferencia de giro entre el disco del embrague y el motor cuando vuelven a acoplarse, podemos alargar la vida útil de ambos al reducir la fricción entre ambas piezas y el estrés al que se someten cuando reducimos demasiado pronto.
No obstante, existen una serie de «consecuencias» a la hora de realizar tanto el doble embrague como el punta tacón. Una de ellas y la más obvia es el mayor consumo de carburante, puesto que estamos propinándole un golpe de gas extra al motor para poder aumentar sus revoluciones, por lo que de hacerlo de manera muy continuada el consumo medio podría aumentar. Por otra parte existe el propio riesgo que implica aprender a realizar tanto el punta-tacón como el doble-embrague, ya que hasta que las dominemos tan solo conseguiremos seguir aumentando la sed de nuestro coche y no obtener el principal beneficio de estas técnicas.