La Fórmula 1 se ha convertido en una devora pilotos. Los jóvenes talentos que llegan al gran circo tienen dos posibilidades, triunfar y optar a llegar a un equipo mayor (o mantenerse en él) o ser condenado al ostracismo tras sólo una temporada. Algo así le ha pasado a Kevin Magnussen. El piloto titular de McLaren en 2014 ha sido el principal damnificado con la llegada de Fernando Alonso a Woking.
El danés, hijo del todavía piloto en activo Jan, que comenzó la pasada temporada completando un espectacular podio en el Gran Premio de Australia, terminó el año por detrás de Jenson Button con un McLaren MP4-29 que fue in crescendo con el paso de las carreras. Sin embargo esto no ha sido suficiente para Ron Dennis y Eric Boullier, los cuales han preferido mantener al Campeón del Mundo de 2009 dentro del equipo, atendiendo también a la opinión del propio Fernando Alonso que había manifestado en varias ocasiones que prefería al británico como compañero de equipo.
Magnussen pasaba de esta forma a ser el piloto de pruebas y reserva. De nuevo la reducción de los test pasará factura para el joven piloto de 22 años que el pasado lunes precisamente anunciaba que no disputará ningún entrenamiento libre en los viernes de Gran Premio de esta temporada. Sin duda una mala noticia para un Kevin que prometía mucho y que se fue diluyendo ante el empuje y la experiencia de Button. Mientras tanto Kvyat es la otra cara de la moneda, saltando en un año de la filial Toro Rosso a la escudería matriz, Red Bull.
Obviamente no es la primera vez que se da este caso en la Fórmula 1. En un campeonato en el que los intereses económicos dictan en la mayoría de ocasiones quién sigue y quién no, es normal que rookies desaparezcan tras una sola temporada en el gran circo, en algunos justos mereciendose mucho más el puesto que otros pilotos llegados (y mantenidos) a golpe de maletín y de patrocinio exótico. Filosofía de vida.