Un día después volvemos a hablar del Salar de Uyuni. El impresionante paraje que el domingo nos dejaba preciosas imágenes con los coches rodando muy juntos y a grandes velocidades sobre kilómetros y kilómetros de sal, se convirtió ayer en un lago donde los pilotos lo pasaron muy mal después de todo el cansancio físico acumulado durante la primera parte de la etapa maratón.
La altura, el frio (temperaturas rozando los 0 grados centígrados), las altas medias de velocidad que se alcanzaban en la especial, la poca ropa de abrigo que poseían los pilotos y el hecho de que muchos estuvieron toda la noche reparando sus monturas hizo que se vieran escenas esperpénticas, con hasta media centena de pilotos con hipotermia y una decena aquejados de mal de altura.
La tentativa de plante de los pilotos finalmente quedó en nada y la mayoría salió a ese mar de sal y agua con prácticamente lo puesto más algunos chubasqueros que pudieron hacerse ellos mismos con plásticos o bolsas de basura de la organización. Las motos, llegaban a la neutralizada completamente cubiertas de sal y muchas se negaron a volver a arrancar por problemas electrónicos. Entre ellas estaban la KTM de Marc Coma y la Honda de Joan Barreda.
El catalán, con ayuda de Jordi Viladoms que poco después rompería el motor, conseguía devolver a la vida tras mucho trabajo a lo moto austriaca, mientras que Barreda perdía cualquier opción de luchar por la victoria al tener que ser remolcado por Jeremías Israel hasta la meta en Iquique, perdiendo más de tres horas con el nuevo líder, el propio Coma. Las palabras del castellonense a AS.com dejaban buena muestra del infierno sufrido:
Hemos sufrido un daño colateral de una barbaridad, que es salir por un mar. Si sales por el Mediterráneo a fondo, pasan estas cosas, lo mismo que ha pasado aquí. Estaba fuera de lugar lo que han hecho. Se juega demasiado con el trabajo de mucha gente. No entiendo que tomen esas decisiones de esa manera. Hemos intentado plantarnos por la mañana, al parecer han dicho que sí, y se han puesto todos en la línea de salida. Hemos salido y lo que me ha pasado a mí le podría haber pasado a cualquiera. Siempre hablan de que si no pueden volar los helicópteros, pero ahí no se veía absolutamente nada, de repente nos venía medio metro de agua y teníamos que ir flotando. Tenía la boca llena de sal, los ojos…y la moto se ha parado. Lo normal cuando vas por dentro de un mar. Uno de mis peores días.
No era la única voz en contra. Laia Sanz, quinta en la etapa, o Joan Pedrero, segundo, también habían querido evitar por encima de cualquier cosa que se saliera. Los pilotos, todavía con la ropa mojada de la lluvia del domingo se atenazaban con el paso de la etapa y a muchos se les hacía difícil hasta frenar. El caso de los quads era aún peor ya que recibían toda el agua proveniente de las ruedas delanteras y muchos como el chileno Casale llegaban completamente indignados con la ASO y en especial con Etienne Lavigne por la falta de seguridad y la poca atención mostrada a los pilotos.
Lo pasé muy mal. Tengo ganas de irme a la casa, es un martirio. Me ha funcionado todo mal. Se me viene cayendo el tanque con la rueda de repuesto. Casi me cae un rayo encima. Tengo la pierna quemada, se me rompió una manguera del tanque. Llegué llorando a la meta por el dolor y no había ambulancia. Estoy un poco cansado y harto de todo esto. Me tuve que refugiar en una casa de un boliviano con un piloto polaco. Este Dakar ha sido muy malo, para no decir algo más feo.
Muchos tienden a mitificar la etapa africana y es cierto que la mística y la carrera en sí eran completamente distintas al Dakar sudamericano. Pero lo de ayer no se puede comparar con la dureza del recorrido en el continente negro, donde muchos pilotos tenían que hacer noche en el desierto (algo que también está pasando en ésta edición). Lo de ayer fue un verdadero atentado contra la seguridad, no sólo por las difíciles condiciones meteorológicas, inhumanas diría yo si tenemos en cuenta la primera parte de la etapa maratón, sino por la falta de medios médicos y la imposibilidad de que los helicópteros volaran. Incluso el camión escoba se quedó atascado en el barro en una imagen dantesca. Esperemos que sea la última.