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¿Tú lees las carreras, o las disfrutas?

Nos separan tan solo unos días del arranque oficial de la nueva temporada de Fórmula 1, con las presentaciones de todos los equipos pendientes y disfrutando ya de la típica visión costumbrista de nuestros compañeros, los de los medios más tradicionales. Ya sabéis, que si la FIA le tiene tirria a Fernando Alonso, que si el motor Honda de Alonso sí se va a poder evolucionar (pobre Jenson), que si Sebastian Vettel se viste de rojo y ya bate récords… Son cosas que hay que aceptar, porque de todo (y para todos) ha de haber.

Como yo soy de los que opina que, de momento, pocas noticias relevantes hay sobre la inminente temporada 2015, vengo a hablar un rato sobre cómo el espectador disfruta de las carreras hoy. Yo soy espectador, y de esos que se sientan a ver qué pasa, pero entiendo que la Fórmula 1 evoluciona constantemente, año tras año, y más aún, mes tras mes, o en cuestión de horas, como el gran Mika Hakkinen nos cuenta en su blog en la web de McLaren Honda. Hoy en día, es una necesidad para el espectador entender qué narices está pasando en su televisor. O dicho de otro modo, por qué unos coches parecen ir con el pedal a medias, mientras otros se desviven por no quedar demasiadas veces los últimos.

En Fórmula 1 todo evoluciona, salvo Bernie Ecclestone

Bernie Ecclestone tiene ya cumplidas 84 primaveras, y es poco previsible que cambie en sus ideas, actitudes o planes de futuro. Está bastante claro que, antes o después, habrá un sucesor al frente de sus empresas, y habrá un cambio en algún sentido desconocido para la Fórmula 1. Seguro que ya se está cociendo (el sucesor, no el cambio), pero no quería hablar de este tema. Con Bernie al frente se abren continuamente nuevos mercados donde llevar la Fórmula 1, mercados que pagan bien las altas cuotas exigidas y que obligan al deporte a adaptarse con, por ejemplo, carreras nocturnas, o al atardecer, con los consiguientes problemas de seguridad.

Todavía no tengo muy claro por qué debe el aficionado a la F1 ver las carreras atendiendo más a un monitor de tiempos, que a las imágenes de TV.

Pero me vuelvo a desviar. La Fórmula 1 actual poco, o más bien nada, tiene que ver con la F1 más antigua. No hace falta que nos vayamos a los años 1950, ni tan siquiera a finales de los 70 u 80 (pero no descartes ver por ahí carreras como Jerez ’86), sino que basta con plantarse en 2004 y recordar cómo eran las carreras entonces. La muestra que ofrezco es este vídeo, de sobra conocido, con Juan Pablo Montoya a los mandos de aquél gran Williams BMW que nos ponía los pelos de punta, como el resto de la parrilla y sus poderosos motores (domados gracias a la exagerada cantidad de controles electrónicos, todo hay que decirlo).

 

 
Las carreras, entonces, eran a fondo y sin miramientos desde que se apagaban los semáforos, hasta el primer repostaje y cambio de neumáticos. Teníamos tantos sprint a fondo como stints realizase el piloto. Y a pesar de que la estrategia era fundamental para sacar ventaja a los demás con la parada en boxes, era casi una estrategia de A-B-C a la vista del aficionado, que no tenía que sacar un papel para echar sus cuentas con los pocos datos de que disponía en aquellos tiempos. Hoy lo llevamos claro para saber qué estrategia está llevando a cabo un equipo, pero a la vez seguimos aceptando esas crónicas de entrenamientos libres en donde se cuenta que el piloto X quedó líder de la tabla de tiempos. A mí eso me parece algo irónico.

Todavía no tengo muy claro por qué debe el aficionado a la F1 ver las carreras atendiendo más a un monitor de tiempos, que a las imágenes de TV. Es más, estoy muy de acuerdo con quien pide que la Fórmula 1 sea más sencilla de entender, y me refiero a, por ejemplo, Rafa Nadal en una entrevista no demasiado lejana en el tiempo. Comparto, eso sí, que todos debamos aprender cómo se desarrolla hoy una carrera de Fórmula 1, que pecando de simple creo que se puede definir como una carrera del WEC en tan solo una hora y media, porque las carreras parecen más de resistencia, que de sprint.

Hoy se corre, sí, se corre mucho como ya demostraron los motores turbo «pequeños y ridículos» en 2014, pero hay tantas variables que deben tener vigiladas los pilotos y los equipos, que para el aficionado de a pie, la cosa se pone complicada. ¿Por qué un piloto que está dando caza a otro debe bajar el ritmo, si lo tiene a tiro? ¿Por ahorrar un kilo de combustible? ¿Descalificaron a Ricciardo por lo que decía un caudali-qué? La realidad es que sí, y asumir eso le está costando mucho asumir a algunos. Será por aplicaciones para seguir la Fórmula 1, ¿verdad?

Por si sirve de consuelo, creo firmemente que cualquiera puede disfrutar enteramente de una carrera de Fórmula 1 actual si conoce lo suficiente sobre cómo funciona el monoplaza, y qué reglas (malvadas) restringen su comportamiento. Y sí, saber interpretar qué tiempos está haciendo un piloto es importante para entender la carrera, pero no hace falta sacar un ábaco y estar atentos a tres pantallas, o rasgarse las vestiduras porque la señal que ves va tres segundos retrasada con la realidad (ejem). También hay que mencionar el hecho de que uno disfrutaría mucho más de las carreras si desechase esa costumbre tan común de saberlo todo desde el salón de su casa, en vez de confiar en que los equipos de Fórmula 1 saben de F1, y que siendo un deporte de equipo, también es emocionante ver cómo un ingeniero, o un conjunto de ellos, meten la pata hasta el fondo mientras sus rivales aprovechan la ocasión.

Hoy la Fórmula 1 se ve de otra manera, así que es cuestión de aceptarlo, o no. Eso sí, yo prefiero tener los tiempos por sector en segundo plano y ver qué se cuece en la pista, ¿y vosotros?

Foto | Midgrid

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The flying Jim

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