La globalización en el mundo del motor es un hecho. A pesar de las diferencias en los mercados, en los últimos años los grandes fabricantes han decidido que un mismo modelo puede encajar para mercados tan diferentes como el europeo, el norteamericano o el particular australiano. De esa forma, hoy en día tenemos que el Opel Cabrio europeo es un Buick Cascadia en Estados Unidos o el Ford Focus que se vende en casi todo el planeta.
Pero los beneficios para las marcas también tienen daños colaterales. Esta globalización automovilística ha hecho que tanto General Motors como Ford decidan «cargarse» sus modelos más icónicos en Australia, el Holden Commodore (que será sustituido por «nuestro» Opel Insignia) y el Ford Falcon (en su caso, el sustituto será el Ford Fusion).
El adiós de estos modelos tendrá consecuencias inmediatas en uno de los campeonatos más espectaculares del planeta, las V8 Supercars. Sin Falcon y sin Commodore, las V8 Supercars perderán un pedazo importante de sus historia. Eso ocurrirá con la entrada de la nueva reglamentación en 2017.
Por suerte, alguna mente pensante ha decidido que Commodore es un término lo suficientemente importante dentro de la competición australiana como para desecharlo por lo que a partir de 2017 lo seguiremos escuchando y leyendo como parte de las V8 Supercars.