Parece que, en España, hablar de Fórmula 1 debe pasar invariablemente por meter a Fernando Alonso en algún titular. Parece que si no decimos que el mundo gira en torno al piloto asturiano, no se vende un solo periódico, y nadie enciende la tele para ver una carrera. Es, a partes iguales, la parte buena y la parte mala de que Fernando Alonso irrumpiese en la Fórmula 1 y se coronase como primer español en muchas cosas: hacer una pole position, hacer un podium, ganar una carrera, ganar un campeonato, ganar dos, correr para Ferrari… Todos los años me siento un rato bajo un árbol, y pienso si no será luchar contra molinos de viento el hecho de expresar mi opinión al respecto: hay vida más allá de Fernando Alonso en esto de la Fórmula 1.
No es que Alonso no sea de mi agrado, no lo conozco personalmente, pero me considero admirador de su pilotaje, de su carácter de ganador (y de su otro carácter, también, por qué no), de sus ganas tras una travesía por el desierto de cinco años en la Scuderia. Es que hay más cosas que ver, que seguir y que analizar. La Fórmula 1 no necesita de la divulgación del corte «el motor Honda de Fernando Alonso», ni «a Fernando Alonso le sale otro enemigo», como se puede leer en diarios de papel y digitales, y tampoco creo que necesite algo como el infame «Bravo Fernando«. Esos contenidos, sin duda, están pensados para intentar cazar alguna visita de esas que no se pueden reprimir a leer cualquier cosa que se diga por el español, y sobre todo encender un foro de alonsistas contra antialonsistas, es decir, todo lo contrario que queremos nosotros desde siempre. La Fórmula 1 necesita llegar a la gente como lo que es. Y, ¿qué es?
La Fórmula 1 es tradición y es tecnología
La Fórmula 1 es algo que lleva mucho tiempo disputándose. Muchas décadas que atesoraron gestas, forjaron leyendas y crearon mitos, miles de vivencias, recuerdos y nostalgia por tiempos pasados. La Fórmula 1 es así, un deporte que siempre mira a su pasado y teme al futuro, al menos desde el punto de vista del aficionado (que es lo que somos). En los 60 se añoraban los 50, en los 70, los 60, y así sucesivamente. Hoy, con los motores híbridos V6 Turbo, añoramos los V8 que despreciamos cuando los V10 nos erizaban el cabello, que detestamos cuando todavía corría algún V12.
Pero la F1 sigue ahí, sigue atrayendo la atención del mundo, de los patrocinadores, de las empresas y de los países, que desean tener un Gran Premio y hacen negocios de diversos colores con Tito Bernie, el odiado dueño de la F1, pero el mismo hombre que la convirtió en lo que, precisamente, añoramos: las carreras de Ayrton Senna, la magia de Villeneuve (padre, por favor), los éxitos de Scuhmacher, y la presencia en la F1 de un chico de Oviedo un tanto tímido, pero capaz de proclamarse bicampeón, correr en Ferrari y marcharse a una escudería que todos pensaban que odiaba.
Una de las razones por las que la F1 sigue siendo un deporte ambicioso, con glamour a su alrededor y con inversiones millonarias en investigación y desarrollo, marketing y negocio, en general, es porque la tecnología es su razón de ser. Lo que antaño era tecnología «manual», ingenios pensados para ir más rápido que los demás sin reparar en gastos, y a veces sin reparar en la seguridad, hoy es investigación en materiales, en aerodinámica, en electrónica y en comunicaciones, en motorización (o cómo sacar petróleo de un cactus), en seguridad, en logística. En muchos frentes.
La Fórmula 1 también es ver a muy buenos pilotos compitiendo con esa tecnología
Puede que te haya salido una sonrisilla al leer «muy buenos pilotos» y no «los mejores pilotos del mundo», pero es algo que no puedo remediar. Los pilotos que están en la Fórmula 1 son, objetivamente, muy buenos pilotos. Pero no creo que sean los mejores pilotos del mundo, porque para decir algo así con la aspiración de ser objetivos, es no valiente, sino temerario. ¿Es mejor «mejor piloto del mundo» Michael Schumacher, o Sébastien Loeb? ¿Es mejor Tom Kristensen, o Michele Alboreto? ¿Kevin Schwantz, o Nico Rosberg? Es como decir que Monica Belluci es la mujer más bella del mundo. Fin de la cita.
Quedamos en que los pilotos de Fórmula 1 son, en teoría, muy buenos. Y lo más seguro es que si les das un cortacésped quieran ganar a toda costa a los demás pilotos de su categoría, porque son competitivos hasta el ansia. Y si les das un Mercedes que saca un segundo por vuelta a los demás con un codo por la ventanilla, van a concentrarse al 110% y van a tratar de sacar todavía más tiempo, durante más vueltas, durante todo un año, y van a tratar de ganar a su compañero hasta en las declaraciones a la prensa. Y si les das un Red Bull van a tratar de vencer a los Mercedes aunque se sepa que es como matar a mordiscos a un tiburón blanco. Y si les das un Ferrari, ya vimos lo que pasó.
Pero, ¿por qué todo este rollo? Porque estoy deseando ver cómo es el McLaren Honda (hoy mismo), ver cómo funciona, si rinde o no, ver cómo se las apaña Alonso,… pero también quiero ver el resto de la F1, y no quedarme tan solo en el titular rancio de «solo te interesa Fernando Alonso, así que te lo vamos a contar todo girando en torno a él», que creo que solo perjudica a un gran deporte, en vez de acercarlo más a la gente, en su totalidad y grandeza. Yo sí soy seguidor de Fernando Alonso, y de Hamilton, y de Ricciardo, y posiblemente de Carlos Sainz y de Verstappen. Será por alicientes, que nos tenéis que vender la F1 como la finca de Alonso, queridos compañeros.
Fotos | Martin Pettitt, Spurzem, emperornie