El director técnico de la escudería italiana enfatiza en que el departamento técnico a su cargo no está subordinado a los lineamientos planteados en Red Bull, así que, aunque ambos equipos pertenezcan al mismo dueño, existe independencia a la hora de tomar decisiones. Key explica que su diseño, el STR10 tiene muy poco en común con el RB11 y eso salta a la vista, dejando claro que no esperó por las propuestas de Red Bull para iniciar su trabajo.
Key también indicó que Toro Rosso es una estructura que opera lejos de la sede de Red Bull, así que es autónoma en muchos aspectos, incluyendo el presupuesto, el cual no les permite asumir riesgos a la hora de experimentar. Caso contrario ocurre en Red Bull, cuya infraestructura e ingresos hacen posible diseñar y fabricar elementos hasta en el último minuto.
No obstante, confirma que existe una amplia comunicación entre ambas escuderías, sobre todo en lo que respecta al trabajo en conjunto con Renault, ya que al compartir el motor y la caja de cambios, el intercambio de datos, análisis e información acelera las soluciones de los problemas que tengan su origen en la fiabilidad y el rendimiento. Pero de allí a decir que Red Bull manda y Toro Rosso obedece hay un trecho muy largo.
Por supuesto que las declaraciones de Key van dirigidas a la fracción de la opinión pública que persiste en exponer a Toro Rosso como un «apéndice» de Red Bull, menospreciando el trabajo de los ingenieros, mecánicos y técnicos que trabajan en las instalaciones de Faenza.
En Toro Rosso hay que comenzar el trabajo más temprano porque no tenemos un gran presupuesto. No podemos darnos el lujo de esperar por el diseño de Red Bull y partir de allí, eso es imposible. En términos sencillos, ellos tienen recursos que les permiten investigar y construir piezas hasta el límite del tiempo. Ciertamente, entre ambos equipos existe colaboración en lo que respecta a las áreas comunes como motores, caja, suspensión y frenos, pero todo lo demás es muy diferente en ambas escuderías.
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