Los equipos han dicho «no» a los cambios vertiginosos en las reglas de la Fórmula 1. Según nos contó Iván, los equipos han vetado cambios inmediatos en el reglamento, así que han empujado esa posibilidad hasta, al menos, 2017. Hacer los coches más anchos, con neumáticos diferentes y motores con potencias de hasta 1.000 CV no va a ser algo que se adelante a 2016 bajo ningún concepto, y desde aquí aplaudo por la cordura de esa falta de apoyo a la comisión.
Ya me sorprende comprobar como, en el espacio de pocos días, se ha pasado de una propuesta para 2017 a una propuesta acelerada para incluir cambios para el próximo año. Se hacen las cosas deprisa y corriendo, como se hacen las cosas cuando no se planifican bien, cuando no están bien pensadas, ni bien planteadas. Cuando haces una chapuza en casa, enseguida estás planteando cambios, puliendo aristas, dando soluciones alternativas. En el trabajo, cuando te pasa algo así, dices rápidamente: «sí, no es tan bueno, pero mira, puedo hacer estos cambios y tenerlos listos mañana a primera hora».
Me revienta pensar en esta nueva Fórmula 1, pensada para abaratar costes, vendiendo al mejor postor el nuevo Gran Premio en un país asiático, y retirando de las circulación a los circuitos clásicos, porque están viejos y es mejor dejarlos para una Copa Porsche, o algo menos internacional. Se quieren abaratar costes y ser más ecoamigos, pero cada año, o dos, hay nuevas inversiones millonarias en I+D+i, en personal nuevo para aprender y diseñar según las reglas. Se consiguen coches estables y «acabados» y al año siguiente hay que tirar ese concepto, y hacer uno nuevo.
Y en vez de ser coherentes y echarle narices al asunto, manteniendo las reglas porque así se ha decidido, pues no, se cambian a la mínima. Que la gente protesta por el poco ruido de los motores, pues uno se saca de la chistera unas bocinas artificiales, o se opta por abrir el grifo, y nunca mejor dicho, del consumo, y se piensa en neumáticos más anchos. Es decir, lo que en principio era ahorro de costes y sostenibilidad, y amiguismo al medio ambiente, se destapa y se muestra como lo que es, como lo que siempre fue, que es un negocio sin más.
Menos mal que los equipos protestan y se niegan a invertir más «para nada», porque lo que tenemos en pista hoy no tiene nada que ver con lo que teníamos hace un año, ni hace dos.