Domingo de tests de Fórmula 1, pero domingo, al fin y al cabo, y nos apetece leer algo diferente, de eso que no solemos publicar durante la semana porque la actualidad manda, y porque todos tenemos, seguro, menos tiempo para leer con tranquilidad. Hoy me lío la manta a la cabeza con un puñado de anécdotas sobre Ayrton Senna, anécdotas que seguro que todos conocéis y adoráis, pero a las que le voy a dar mi toque personal y que pretendo que reflejen lo mejor y lo peor del piloto. Os propongo que, si os gusta esta sección (que de momento lleva solo otro capítulo), me propongáis temas para próximos capítulos, en los comentarios. Si no os gusta, también.
Sobre Ayrton Senna y su asombrosa precisión en el pilotaje
Pat Symmonds sobre Ayrton Senna en una anécdota espectacular:
A partir de esa primera temporada hay unas cuantas carreras que se salieron de lo normal, y mientras todo el mundo habla de su segunda plaza en Mónaco, la que realmente destacó para mí fue Dallas, donde se estrelló, pero de la que salimos con una historia muy especial. El coche fue razonablemente competitivo allí, así que esperábamos tener una buena carrera, pero Ayrton hizo un trompo al inicio de la carrera. Él encontró la forma de ir remontando poco a poco de una forma muy efectiva, y ya visualizábamos una buena posición final, pero entonces golpeó el muro, dañando la rueda trasera y el eje de transmisión, y se retiró, lo que fue una pena.
La significancia real de aquello la tuvimos cuando volvió a los pits y me contó qué había pasado, y dijo: «¡Estoy seguro de que el muro se movió!«, y a pesar de que yo había escuchado ya todas las excusas posibles por parte de los pilotos, ¡no había escuchado esa! Pero siendo Ayrton como era, con esa increíble confianza en sí mismo, y su absoluta convicción, me dijo que fuese con él, tras la carrera, a echar un vistazo al lugar donde había chocado. Y tenía toda la razón, ¡lo cual fue increíble! Dallas, siendo un circuito urbano, estaba rodeado por bloques de cemento, y lo que había pasado (lo pudimos ver por las marcas de los neumáticos) es que alguien había golpeado el bloque de cemento y lo había girado levemente, de forma que el borde del mismo estaba unos milímetros desplazado. Y él conducía con tanta precisión que esos pocos milímetros fueron la diferencia entre golpear o no golpear el muro. A pesar de haber estado molesto por haber abandonado por un error del piloto, cuando vi cómo había estado conduciendo, aquello elevó mucho mi respeto por aquel tipo .
Aunque puede parecer que la mayoría de las anécdotas sobre Senna se exageran, y se van convirtiendo en material para, casi, una novela, sí que es verdad que Senna introdujo en la Fórmula 1 un nuevo nivel de precisión, concentración y una enorme dosis de amor propio y confianza ciega en sus propias habilidades.
La otra cara de la moneda de Ayrton: su impaciencia
Ayrton Senna tiene genialidad e impaciencia a partes iguales. Lo demostró toda su vida, empezando por la frase que tanto se repitió que ha perdido algo de su significado real, que es aquello de que el segundo es el primero de los perdedores. Es una frase épica que motiva y motivó a muchas hornadas de pilotos, pero que no deja de ocultar una obsesión malsana por no perder. La calculadora de riesgos de Senna siempre estaba apagada, y precisamente ese rasgo de su personalidad le llevaba a ejecutar maniobras suicidas como la que vemos bajo estas líneas, con Martin Brundle como convidado de piedra.
Esa faceta irresponsable de Senna contrastaba con la urgencia con la que se dispone a atender a Martin. Senna siempre fue sentimental, en el sentido de ser una persona con un sentimiento profundo, y con una empatía con los pilotos accidentados muy desarrollada (es famosa su intervención en el accidente de Eric Comas en Spa, salvándole, probablemente, la vida, y tantas otras anécdotas de Ayrton Senna preocupado por la seguridad e integridad de los pilotos). Esto le honra, lógicamente, pero no deja de ser curioso cómo un piloto que, seguro, marcó una época y una escuela, y es difícilmente repetible, cometiese errores de tanto bulto como el de este vídeo, y como otros tan destacados como su fiasco en Mónaco en 1988, uno prácticamente desconocido en Monza 1987, que no es un error enorme, pero muestra una precipitación que lleva al error (aunque él culpó al doblado).
El caso de Senna y Brundle es un caso de libro, uno de esos en los que dos pilotos de un talento increíble, altísimo, innegable trazan dos carreras deportivas que terminan, por un lado, con una leyenda de la Fórmula 1, con 3 títulos, 41 victorias y 65 pole position (y la inmortalidad), y por otro con unos cuantos podiums antes de pasar a ser comentarista de TV. Martin Brundle era el piloto que, en 1983 y en aquélla F3, podría haberse llevado el título siendo más inteligente que Ayrton Senna. Aquél fue un campeonato ciertamente interesante.
Senna se llevó la carrera de Thruxton al final de 1982 y consiguió una racha [increíble] de diez victorias consecutivas. Brundle nunca se rindió y su momento llegó finalmente en la carrera por el Campeonato Europeo en Silverstone, donde el inglés se paseó y obtuvo una victoria que elevaría su moral, mientras Senna tenía un accidente mientras intentaba mantener el tipo. Senna se puso nervioso y tuvo otro toque en los entrenamientos en Cadwell Park, y después tendría tres accidentes en las siguientes seis carreras, y cada vez era por intentar conseguir el liderato sobre Martin Brundle.
Brundle, entonces, batió a Senna de forma aplastante en la penúltima ronda y se puso líder del campeonato por un punto. Pero en la última carrera, el Ralt de Senna fue intocable y dominó en entrenos y carrera para conseguir el título. Los dos pilotos fueron contratados por equipos de F1 para 1984: Brundle con Tyrrell, y Senna con Toleman.
El resto, amigos, es historia de la Fórmula 1, pero estamos hoy seguros de que la gestión de la carrera deportiva de Ayrton Senna fue sin duda mejor que la de Martin Brundle. Eran dos pilotos a la par en cuanto a prestaciones puras, salvajes en la pista, quizás Brundle más inteligente, más humano que Senna, que era todo talento y derrochaba impuetuosidad, y que al llegar a la Fórmula 1 se convirtieron en una leyenda, y en un buen piloto, sin más.
En ese caso, los genes de Senna le indicaron que el mejor camino para subir era firmar por un equipo del montón en el que pudiese destacar con nota frente a su compañero de equipo, mientras que el natural conservadurismo de Brundle le llevó a fichar por un equipo de renombre como Tyrrell, con solera, que por desgracia estaba en franca decadencia, y próximo a su desaparición como equipo relevante.
Senna vio a Toleman tan solo como una etapa más en su carrera a la cima; Brundle entendió Tyrrell como el inicio de una larga y fructífera relación. Una muestra demoledora de que la carrera deportiva de un piloto de Fórmula 1 es más compleja y azarosa de lo que puede parecer desde nuestra posición.