Este fin de semana, la NASCAR corre en el circuito de Phoenix, en Arizona. Allí se han vivido victorias y derrotas de todo tipo pero una de las más remarcables y curiosas es quizás la que tuvo lugar en la primera edición de la Checker 500 en Phoenix en la entonces aún Winston Cup. Esta primera carrera tuvo lugar en 1988 y fue ganada por Alan Kulwicki, que al celebrar la que era su primera victoria en la máxima categoría de los stock cars norteamericanos, inauguró una tradición conocida hoy en día como la «vuelta polaca».
Cuando el simpático estadounidense de familia polaca llegó a la NASCAR con un equipamiento nimio en comparación con el de los grandes equipos, poco se imaginaba que iba a ser el rookie del año en 1986 y que más tarde, en 1988, iba a conseguir su primera victoria -y aún menos que en 1992 iba a proclamarse campeón-. Seguramente, cuando la carrera empezó tampoco lo esperaba ya que partía desde la vigésimo primera plaza.
Evidentemente, estas posiciones en la NASCAR importan lo justo y con un pilotaje seguro, firme y sin excesos ni errores, se puede remontar. Kulwicki fue remontando poco a poco hasta encontrarse en cabeza tras tan solo 45 giros. Poco le duró la alegría pero ya estaba delante. La carrera vivió del tradicional juego de estrategia, ataque y defensa que caracteriza a la categoría con sus periodos de bandera amarilla -quince en este caso-.
Al final y tras las 312 vueltas, Alan Kulwicki cruzó la línea de meta en primera posición, casi sin poder creer su propio triunfo. Lo conseguía tras la rotura de motor del Buick del gran dominador de la prueba, Ricky Rudd, y un poco de flojera de Terry Labonte en los compases finales. Ni corto ni perezoso, tras recibir la bandera de cuadros, en lugar de dar una giro de honor tradicional, Kulwicki dio la vuelta y emprendió la marcha en sentido contrario.
El piloto de Ford lo hizo por una razón muy simple. En la NASCAR, los coches solo giran hacia la izquierda pero el volante también está a la izquierda. Por lo tanto si el piloto quiere saludar sacando la mano, solo puede hacerlo hacia la parte interior y no hacia el público. Kulwicki quiso tener esta deferencia con respecto a los espectadores, a quien quiso saludar directamente con la mano fuera del coche para que pudieran verle. El giro casi legendario a la historia viene tras bajarse del coche.
Celebrando la victoria con los suyos, un ingeniero de Ford fue a felicitarle efusivamente, tras lo cual le preguntó si aquello que había hecho era una «vuelta de honor polaca». Curiosamente, dicha celebración no volvió a verse hasta cuatro años más tarde, 1992. Por aquel entonces, Kulwicki acababa de proclamarse campeón de la NASCAR y celebró su título de esta forma en la Hooters 500 de Atlanta. Tristemente, sería su última celebración ya que falleció en un accidente de aviación antes de llegar a defender su título en 1993.
No fue hasta entonces, cuando el término de «vuelta polaca» empezó a cobrar protagonismo. Michael Waltrip fue el primero en homenajear a su colega tras vencer la prueba de la Busch Series en Bristol. Le siguió Rusty Wallace, que hizo lo mismo al imponerse pocos días después en la carrera de la Winston Cup en el mismo circuito. Wallace celebraría de esta forma todas y cada una de sus victorias durante la temporada 1993.
El triste y emotivo epílogo llegó a final de año cuando tras la decisión del título a favor de Dale Earnhardt Sr, este dio junto a Wallace una nueva vuelta polaca en forma de celebración recordando no solo a Alan Kulwicki sino también a Davey Allison, otro piloto que había fallecido unos meses antes tras sufrir un accidente cuando intentaba aterrizar un helicóptero.
Desde entonces, hemos visto a varios otros pilotos realizar este tipo de celebración. Recientemente, tenemos varios casos como el de Kurt Busch en Phoenix para homenajear a uno de sus ídolos, su hermano Kyle algunos años más tarde, Tony Stewart y hasta Dale Earnhardt Jr el año pasado en tres ocasiones, incluyendo las 500 millas de Daytona. Además, en muchas carreras de club es una práctica habitual, recordando su espíritu combativo.