Es muy difícil no polarizar la elección de los coches de competición más memorables de Lotus cuando se trata de una marca que le ha dado tanto a la Fórmula 1 y con tanta devoción. El equipo de Colin Chapman parecía vivir para la Fórmula 1, solo ocasionalmente usando algunos de sus coches de calle para competir -siempre con la honorable excepción de la Indycar- aunque con el tiempo, una vez desaparecido su creador, el abanico abrió, quizás demasiado. El British Racing Green y otros colores legendarios de la historia de la marca nos acompañarán en este repaso.
Lotus 25 – Fórmula 1
El Lotus 25 es, además de un monoplaza de Fórmula 1 precioso, uno histórico por los cambios que trajo a la categoría reina gracias a la siempre brillante mente de Colin Chapman. El Lotus 25 fué el primer monoplaza con un chasis monocasco, lo que le daba una rigidez que ningún otro monoplaza de la época tenía, además de ser más resistente, más delgado y mucho más ligero. Todo esto permitía que el piloto fuera tumbado en esa posición característica de los Lotus de la época. Esto le daba una ventaja especial sobre todos los rivales, aún con concepciones antiguas.
Al respecto de este hecho hay una anécdota curiosa, que relata como cuando el Lotus 25 viajó por primera vez -solo los del equipo oficial, pues Chapman no quiso vender los nuevos chasis a equipos privados- a un gran premio, en Holanda en 1962, John Cooper inspeccionó el coche. Tras una inspección bastante detallada, le preguntó a Colin Chapman con evidente confusión dónde había metido el chasis en ese coche. Así de revolucionario era la nueva obra de Chapman. A pesar de todo, en 1962 no pudo llegar el título, que sí llegó en 1963.
Siete victorias en 1963 fueron todo un hito, pero los títulos de 1962 y 1964 se perdieron en el último momento por roturas del motor Climax, con lo que el Lotus 25 se quedó con las ganas de obtener un pleno que había sido más que factible. Hoy en día, la Fórmula 1 sigue basándose en los conceptos explorados por primera vez en este Lotus. Por primera vez, Colin Chapman había dado con una tecla mágica, aunque quedaban aún muchas más en el futuro de un equipo que empezaba a labrarse su historia.
Lotus 49 – Fórmula 1
El Lotus 49 es quizás el Fórmula 1 considerado más influyente de la historia de la categoría. Debutó en el Gran Premio de Holanda de 1967, estrenando el motor Cosworth. De forma inmediata, el nuevo Lotus obtuvo la pole position y Jim Clark ganó en el debut. Colin Chapman lo había hecho de nuevo, aunque en esa primera temporada el éxito volvió a eludirle a causa de una falta de fiabilidad que empezaba a caracterizar peligrosamente a estos coches británicos.
A diferencia de los coches contemporáneos, el motor que equipaba el Lotus era parte estructural del coche. El propulsor sería una de las partes en aguantar y repartir el peso del vehículo, atado por un lado al monocasco con la caja de cambios en la parte trasera. Desde entonces, virtualmente todos los monoplazas de Fórmula 1 han seguido el mismo diseño, en este sentido. La temporada de 1967 no pudo vivir un triunfo de Lotus pero la de 1968, en la que Lotus pudo trabajar en mejorar el 49, dió unos resultados muy distintos.
Jim Clark podría -debería- haber sido campeón, pero el accidente de Hockenheim en una carrera de Fórmula 2 nos arrebató al escocés volador, con lo que el título acabó siendo para su compañero Graham Hill. El título de 1969 fue a parar a manos de Jackie Stewart y su Matra pero en 1970 el Lotus 49 aún se usó en algunas carreras y ganó en Mónaco. La tragedia y el triunfo volvieron a aliarse con Lotus. El título fué para Jochen Rindt, pero no pudo celebrarlo, pues perdió la vida en los entrenamientos clasificatorios del Gran Premio de Italia. El Lotus 49 había pasado a la historia.
Lotus 72 – Fórmula 1
El Lotus 72 es seguramente uno de los coches más espectaculares creados por la marca británica. Una nueva obra maestra de Colin Chapman que revolucionó el mundo de las carreras, una vez más. Lo primero que saltaba a la vista era la nueva posición de los radiadores, que pasaban del frontal a los laterales. Esto permitía que el coche adoptara una forma de cuña que le daba una menor resistencia al aire, dando una velocidad muy superior en recta.
La nueva posición de los radiadores se combinaba con una entrada de aire superior, por encima de la cabeza del piloto, mejorando la refrigeración del motor para un mayor rendimiento y fiabilidad. Pero esas no eran las únicas mejoras de un monoplaza que debutó en 1970 y que llegó para ganar desde el primer momento. Los frenos interiores le daban una eficiencia aerodinámica superior a la de los rivales y aunque inicialmente las suspensiones dieron varios problemas por la falta de sensaciones al piloto, con el tiempo se solucionó.
El 72 consiguió veinte victorias y ganó dos títulos de pilotos y tres de constructores en seis temporadas. Además, pasó a la historia de la Fórmula 1 y en la memoria popular gracias a los colores de John Player Special que tan famoso lo hicieron. También le vimos en los preciosos colores de Gold Leaf. Dos equipos privados lo utilizaron también, ambos sudafricanos, con los menos conocidos pero también espectaculares colores de Lucky Strike y Gunston. Cuatro decoraciones míticas de cuatro tabacaleras, además de los míticos colores de Rob Walker. La imagen de una Fórmula 1 de antaño.
Lotus 79 – Fórmula 1
La historia de Lotus en la Fórmula 1 es una historia de evolución, de revolución y de reescribir la propia historia. Así llegamos al Lotus 79, un arma tan bonita como letal. El segundo coche de la historia con efecto suelo, el primero en usarlo a su máximo potencial, destruyó a la oposición con una velocidad inesperada y un rendimiento extremadamente eficaz. Además, sus pilotos fueron de primerísimo nivel con Mario Andretti, el campeón, acompañado por Ronnie Peterson.
Con unos laterales más pulidos que los del Lotus 78, el Lotus 79 pudo, con la cantidad de agarre extra, diseñar un alerón trasero más pequeño que daría menos “drag”, lo que al final se traducía en mejores tiempos por vuelta realizados con mayor facilidad. Es posible que el coche se beneficiara en gran medida de ser el primero en haber sido diseñado con un túnel de viento y con información por ordenador, que también se utilizaba durante los fines de semana para agilizar el trabajo.
Pero también tuvo sus problemas, incluso siendo un monoplaza tan excelente, como por ejemplo los frenos, que se desgastaban con mucha facilidad. También tenía unos escapes con tendencia a sobrecalentarse. Las líneas del Lotus 79, necesarias para tener un flujo de aire limpio para que el efecto suelo funcionara como es debido, le dieron un aspecto único, ganándose el mote de “Black Beauty” -belleza negra-. Seis victorias y cuatro dobletes son un balance excepcional para un coche de la época, aunque la tragedia se cebó de nuevo con Lotus, llevándose a Ronnie Peterson en Monza.
Lotus 99T – Fórmula 1
Después de la muerte de Colin Chapman en 1982, Lotus perdió no solo a su padre sino también a lo que era su alma, su ingeniero, la fuente de ideas creativas que ayudaban a que el equipo siguiera adelante. Así, el equipo empezó a languidecer, sin conseguir los resultados que merecían por su historia y solo la llegada de Ayrton Senna y el trabajo de Gérard Ducaroute parecieron darle un nuevo aire al Team Lotus. Con la marcha de John Player Special a finales de 1986, ni los colores clásicos quedaban. A pesar de ello, con nuevo sponsor y un potente motor Honda, Lotus volvió a tener una buena temporada con el 99T.
El Lotus de 1987 no era tan bueno como el Lotus de 1986 había sido y aunque Senna era más maduro y más capaz, luchar contra los Williams-Honda fué virtualmente imposible la mayoría de veces. De las ocho poles de 1986 se pasó a una aunque con el mismo número de victorias para un Senna que cada vez era más capaz. Mónaco primero y Detroit justo después en lo que fué la última victoria de Lotus en la Fórmula 1 -nos olvidamos las dos de Kimi Raikkonen en tiempos recientes-. El coche se benefició de usar suspensión activa, lo que le hacía ser particularmente rápido en circuitos urbanos.
Por desgracia, el 99T no pudo igualar su nivel tecnológico a la belleza de sus formas. Comparado con los rivales, era evidente que a pesar de ser un coche más ancho, menos pulido y con peor aerodinámica, la suspensión activa, el motor Honda y evidentemente las manos de Senna compensaban por la falta de eficiencia aerodinámica. El color amarillo estaría con Lotus por los siguientes tres años pero ninguno de esos coches fue capaz de lucirlo con el mismo éxito que el 99T, el último coche del “Team Lotus” en ganar un gran premio de Fórmula 1.
Lotus ha sido una marca capaz de lo mejor y de lo peor, intercalando años increibles y coches espectaculares con temporadas mediocres por culpa de conceptos que no funcionaban. Ahí precisamente radicaba su encanto. Colin Chapman fué capaz de darle un alma brillante a un equipo de la fría inglaterra y esta alma se encargaría de ganarse a los seguidores alrededor del mundo como si de una religión se tratara. Si el British Racing Green combinado con amarillo o el negro y dorado de John Player Special son decoraciones legendarias a día de hoy, ello se debe a Lotus.
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