Os voy a ser sincero: no quiero ser ruin, ni hacer leña del árbol caído, pero no me resisto a escribir este artículo, porque lo que siento es lo que estoy viendo. Veo a un Lewis Hamilton que ejerce como campeón del mundo y líder de un equipo que se está ganando, y que está ensombreciendo a todo un Nico Rosberg, que no solo es alemán e «hijo predilecto» del equipo Mercedes AMG, sino que no es un piloto manco. Pero en los últimos tiempos, lo veo como un segundo piloto de manual: conformista, «no muy feliz», con signos de debilidad como alabar el trabajo de su compañero «y que fue mejor»… Y sinceramente, no me gusta ver eso en un piloto de primer nivel.
¿Qué está pasando con Nico Rosberg? ¿Es posible que tras esa fachada tranquila, de saber estar, educado como es, culto y sensible (al menos hasta donde yo sé), algo esté fallando en su carácter de piloto? Desde que Nico empezó en el proyecto Mercedes, ya ha llovido. Se vería, especulo yo, como el piloto elegido para llevar el timón del proyecto una vez que Michael Schumacher cumpliese su etapa en la escudería, una etapa clave en el diseño y desarrollo iniciales, y seguramente una etapa en la que ya se empezaría a plantear la posibilidad del motor híbrido, al menos sobre el papel.
Sin embargo, llegó Lewis Hamilton. El inglés salió de McLaren ciertamente quemado, o al menos, cansado ya, puede, de la vida en la escudería de Woking, y entró en Mercedes con un objetivo claro: ser campeón del mundo una vez más. Lo consiguió, y fue el mejor en 2014, muy por encima de Nico Rosberg (con los matices que queráis, pero es mi sensación) que, siendo favorito también hasta casi el final de la temporada, no pudo con la fortaleza (puntual, puede) de Lewis. Nico Rosberg se dejó comer, no digo que de forma consciente, pero sí que es verdad que me da la sensación de que el hambre le entró tarde. O quizás tan solo no pudo más.
Este año lo hemos visto alabar a su compañero de equipo, decir que «actúa como el campeón», que fue «mejor que él», que ha cometido fallos y no está contento… esa no es la actitud de un piloto con hambre irracional por la victoria. Es la voz de un piloto resignado y que reconoce abiertamente sus puntos flacos, un gesto que no es más que exponer su debilidad para hacerla más racional. Él se justifica diciendo «pude hacerlo mejor, pero fallé», pero creo que la actitud debería ser la de estar enfadado consigo mismo, y dar otro mensaje menos político.
Todavía recuerdo los enfados terribles de Hamilton cuando Rosberg lo superaba, o cuando él mismo fallaba: pocas palabras, respuestas cortantes y tajantes, en cierto sentido, y todo el mundo preguntándose qué pasaría por su cabeza. No solo hay que decir que tienes hambre, hay que demostrarlo hasta con la más simple expresión corporal. Y Hamilton es capaz de transmitirnos que está «que trina» con lo mal que han ido las cosas, desde su perspectiva. Rosberg nos lo va a explicar con una sonrisa en los labios, y, sintiéndolo mucho, dice menos que el campeón del mundo cuando «se china».