Si hay algo que hemos de reconocer, es que Ferrari ha dado un gran paso adelante si lo comparamos con el coche que terminó la temporada pasada, con un Fernando Alonso quemado hasta los cimientos por un rendimiento que era pobre, no, lo siguiente. A la revolución iniciada el pasado año en el seno de la Scuderia, reforzada por las destituciones y las contrataciones, por las remodelaciones en la fábrica, por el trabajo de desarrollo del monoplaza 2015 antes de mediar la temporada, hay que sumar la entrada de un Sebastian Vettel motivadísimo y en busca de nuevos retos, en este caso, color rojo.
Si el fin de semana vimos cómo Kimi Raikkonen ejercía de liebre con tiempos muy sólidos entre los de los Mercedes, asomando la patita como potencial «contender», ha sido Sebastian Vettel el que ha convertido en oro sus tiempos en la clasificación. Kimi no ha podido entrar en la Q3 y se quedó el undécimo, pero a Sebastian Vettel le faltó «el canto de un duro» para lograr una pole que sería, sin duda, una victoria moral importante. De hecho, el alemán no duda en declarar que «la victoria no es imposible». Me parece harto improbable, pero estoy de acuerdo: imposible, no es.
Si nos fijamos bien, a Vettel solo le va a importar Hamilton. Rosberg debería ser una molestia, incluso seguro que termina poniendo en peligro la posición del alemán, y por lógica debería terminar por delante del Ferrari, pero creo que Vettel se ha puesto en modo «aquí vamos a salir a ganar» y no le va a preocupar tanto mirar por el retrovisor, como apretarle las tuercas a Hamilton. Es mi impresión. No tiene nada que perder, y mucho que ganar, para empezar ser un sustituto potente a un Fernando Alonso que, por lo que cuentan, era altamente apreciado en el equipo (me refiero a nivel de mecánicos y personal «humano»).
Ferrari necesita olvidar a Fernando Alonso y sustituirlo por un nuevo líder, y si este líder lleva a cabo una gesta en la pista (y esta segunda posición es ya una pequeña gran gesta), no tardarán en volcarse todavía más con él. Ya sabemos lo que gusta en algunos sectores hablar del «nuevo XXX», y probablemente empecemos a leer y escuchar cosas como el «nuevo Schumacher», capaz de destrozar las cifras del otro alemán. Esto quizás es adelantarse demasiado, pero una cosa está clara: esta Ferrari es la Ferrari que esperábamos hace años, y una parte de nosotros la deseaba para Fernando Alonso.
Siendo justos, la Ferrari de 2010 y de 2012 era una Ferrari de referencia, con material y motivación para conseguir el campeonato mundial. Casi pasó, pero no llegó a suceder. A Sebastian Vettel le queda un camino muy duro, pero la motivación la tiene, y al parecer, tiene un coche como para optar a una victoria improbable en una carrera impredecible, como seguramente sea el caso mañana.