Ganó el juicio, pero aun así Giedo van der Garde renunció a su derecho de estar sentado al volante de un Fórmula 1 del equipo Sauber. Tras serle devuelto el dinero, unos 15 millones considerando la indemnización determinada por los jueces, el piloto decidía centrarse en su carrera deportiva lejos del Gran Circo, estudiando proyectos en el DTM o en el mundo de la resistencia. ¿Pero qué pasó para que Giedo renunciase a su sueño de competir en Fórmula 1 tan fácilmente?
Más aún si tenemos en cuenta que tras el Gran Premio de Australia pudimos ver que el Sauber era competitivo tras la evolución realizada en el propulsor Ferrari durante el invierno. Lo cierto es que la situación vivida durante ese fin de semana en Melbourne hizo recapacitar al piloto holandés. Tras llegar al circuito con la amenaza de que si el equipo no le dejaba trabajar, la directora, Monisha Kaltenborn podría ser arrestada, Giedo van der Garde se encontró con un grupo humano que estaba contra él.
Tal y cómo informaba Autoweek, Giedo se tuvo que cambiar en el propio garaje, utilizando un mono ignifugo perteneciente a Marcus Ericsson que obviamente no era de su talla. Los pedales se encontraban regulados también para el sueco, mientras que el equipo no realizó ningún tipo de ajuste en la espuma que le pudiera ayudar a sentir más confortable. Tan sólo dos mecánicos estaban en el box junto a van der Garde, algo que mostraba la poca intención que tenían en Sauber de dejarle correr.
Tal y como comenta Giedo, parecían haber olvidado que gracias al dinero que había traído el piloto durante 2014 muchos había podido cobrar sus salarios y que la situación de malestar generada dentro del equipo tan sólo era responsabilidad de Monisha y Peter Sauber. Únicamente los ingenieros parece que realizaron su labor sin importar toda la polémica suscitada. Una forma poco elegante de tratar a un piloto que había pagado para tener su hueco en la Fórmula 1.