Una cosa es el entusiasmo y el empuje, las ganas por destacar y por dar pasos adelante con decisión, y otra bien diferente la realidad. En este caso, Fernando Alonso pone el corazón, y Eric Boullier la cabeza, rebajando las expectativas de mejora para Barcelona. No niega la mayor, pero sí que se posiciona como el «jefe» cauto que dice que sí, que habrá mejoras en Barcelona, pero que será más una mejora gradual y continua, que un gran salto cualitativo. Mi duda es, ¿cuál es el calibre que usan ambos, Alonso y Boullier, para definir la amplitud del salto?
Me explico: uno puede pensar que un salto de gigante será pasar de ser undécimos con un coche, a 10º y 11º con ambos pasando al bandera a cuadros. El otro puede pensar que eso es un saltito, nada más. Quién piensa qué cosa, no lo sé, ¡podría ser cualquiera de ellos! Lo que es verdad es que la mejor manera de no caer en la frustración, es rebajar las expectativas; y no se puede estar motivado sin plantearse un gran reto. Ahí está el quid de la cuestión en McLaren. Hay que motivarse, pero lo justo para hacer progresos y no caer en una espiral negativa. Y la F1 es un mundo exigente en cuanto a la dificultad de mantenerse motivado en momentos complejos.
Eric Boullier lo ve claro:
Cualquier paso que demos, será bueno. No podemos esperar dar un gran salto. Esos días ya no volverán [ser refiere al pasado de la F1, cuando se daban pasos de gigante inesperados]. Es más un caso de mejoras graduales en esta moderna Fórmula 1.
Para mí es un caso claro de los papeles tanto de Alonso (y seguro que Button piensa lo mismo, en el fondo), como de Boullier. Uno es el piloto que quiere competir ya, el otro es el gestor que afianza cada paso antes de dar el siguiente. En unas semanas veremos quién tiene más razón, si alguno la tiene.
Vía | Motorsport