La fiabilidad de los motores en la categoría norteamericana de monoplazas se podría catalogar de extraordinaria si se considera que ninguno de los V6 Turbo de 2.2 Lts, suministrados por Chevrolet y por Honda, ha claudicado en lo que va de temporada. A lo largo de cuatro carreras e igual número de sesiones clasificatorias, además de una docena de prácticas libres, los propulsores han hilvanado una cadena de eficiencia que de seguro envidian en otra categoría.
Para Chris Berube, director del programa Chevrolet, la fiabilidad de sus motores representa una de las filosofías de la marca. Explicó que la tradición en los Estados Unidos es inclinarse hacia los motores de gran cilindrada, pero Chevrolet aceptó este reto y ha realizado un magnífica trabajo de investigación y desarrollo de pequeños propulsores para la competición. Añadió que, aunque después de la primera carrera identificaron un mal lote de resortes de válvulas, la actualización resultó efectiva y los motores están listos para completar un ciclo de cinco carreras consecutivas.
Por su parte, Steve Eriksen, vicepresidente de Honda Performance Development, manifestó que la fiabilidad de sus motores representa una victoria particular pues más allá de alcanzar solo una victoria en lo que va de temporada, habría que revisar la cantidad de roturas que padecieron entre 2012 y 2014, para darse cuenta del gran avance que han experimentado. Añadió que su programa de desarrollo inició con un gran número de evaluaciones en un banco de pruebas y ello ha sido la clave detrás del cambio tan positivo.
Tanto los equipos Chevrolet como Honda deben prepararse para enfrentar su primera actuación en circuitos ovales, justamente cuando las 2500 millas de distancia, ciclo de vida de cada motor, está por finalizar. Por lo tanto, se espera que los nuevos motores, actualizados, ofrezcan un mejor desempeño que sus predecesores, sin duda una gran noticia para los fanáticos de la IndyCar.
Vía | racer