Cuando Nigel Mansell dejó la Fórmula 1 por la puerta de atrás en 1995 después de un infructuoso intento de vuelta a tiempo completo con McLaren, muchos vaticinaron que el tiempo de «The Lion» en los circuitos se había terminado -se equivocaban y seguramente este fin no llegó hasta las 24 horas de Le Mans de 2010- pero el popular británico quiso demostrar que quien tuvo, retuvo.
Inicialmente llegó a considerar un retorno a la Fórmula 1 en 1997. Según parece, las negociaciones con Eddie Jordan estaban bastante avanzadas y Benson & Hedges estaba dispuesta a pagar por ello. Pero finalmente, el retorno a las carreras de Mansell se produjo en Donington a principios de mayo de 1998. Puesto que James Thompson tenía asignado ya el dorsal número 5, Mansell se decidió por el 55 en su Ford Mondeo. Un 55 rojo, evidentemente.
De hecho, Mansell ya había competido con un Ford Mondeo en 1993 en el TOCA ShootOut, una competición independiente del campeonato. Por lo tanto, aunque el campeón del mundo de Fórmula 1 de 1992 tenía experiencia con este tipo de coches, era la primera vez que disputaba carreras del campeonato regular. El Mondeo no era de los mejores coches y aunque Will Hoy había obtenido una victoria y un tercer puesto con él, los resultados no eran muy buenos en general.
En la primera carrera, la corta, tuvo que retirarse tras solo tres vueltas. Esto le haría salir en la carrera larga desde la décimonovena posición de la parrilla. Poco a poco, Mansell fue recuperando y a medida que la pista se fue empapando por la lluvia, el hombre del número 55 fue mejorando su ritmo hasta ser el más rápido en pista, marcar la vuelta rápida e incluso situarse en primera posición de carrera.
La lucha fue titánica entre Mansell y sus rivales, pilotos mucho más experimentados en los turismos y sobre todo en el BTCC. Al final, esa falta de experiencia y la incapacidad de estar al mismo nivel en cuanto a contacto se refería -incluso siendo Mansell un piloto agresivo- le hizo descender a la quinta posición mientras John Cleland se impuso por delante de David Leslie y otro expiloto de Fórmula 1, Derek Warwick.
Warwick, que había compartido parrilla con Mansell en la categoría reina, se deshacía en elogios por su compatriota tras finalizar la prueba, resaltando que ir con tanta soltura en el primer fin de semana en el BTCC era todo un hito. Mansell no volvió a pilotar el Ford Mondeo hasta la undécima cita de la temporada, en Brands Hatch, usando el circuito Indy que tan típico es para los turismos.
Desafortunadamente, los resultados no acompañaron esta vez en Brands Hatch y no pudo sumar ningún punto puesto que no terminó ninguna de las carreras del fin de semana, entre otras cosas por un fortísimo accidente en la salida de la curva Druids, camino a Graham Hill. El piloto británico salió ileso de su Mondeo pero sin ritmo y sin puntos, la decepción era evidente.
La última aparición de Mansell en 1998 -acabaría siendo la última de su carrera en el campeonato británico de turismos- fue en la última reunión del año en Silverstone. Aquel trazado que tantos éxitos le había dado en la Fórmula 1. El público le adoraba pero el Mondeo no era el coche adecuado. Aunque se quedó muy cerca de su compañero de equipo en cuanto a ritmo, no pudo sumar ningún punto tampoco esta vez.
Al final, Mansell terminó el campeonato en décimoctava posición con seis carreras disputadas. Entre otras cosas, terminó por delante de uno de los Ford Mondeo, el de Craig Baird, que sumó un punto menos a lo largo de las 18 carreras disputadas. El balance general no habría sido malo, teniendo en cuenta todos los datos. Pero Mansell no sabe competir si no es para ganar y decidió dejar las careras a tiempo completo.