A más de uno le sorprendió que entre los puntos del día de la reunión del Grupo de Estrategia no apareciera el aumento de potencia de los actuales motores V6 Turbo por encima de los 1.000 CV de potencia. En su lugar aparecía la posibilidad de hacer monoplazas más rápidos, en torno a cinco o seis segundos respecto a los que tenemos ahora. Pero, ¿cómo conseguimos tal hito sin tocar la potencia de los propulsores por medio del flujo de combustible?
De los 800 CV pelados con los que se empezó la pasada temporada, se dice que Ferrari y Mercedes-Benz estarían en los 900 actualmente y que para 2017, sólo por medio de la evolución natural (por medio de tokens) que se realizará en las dos próximas temporadas y tal vez llegar a esa cifra redonda de los 1.000 caballos de potencia. Según algunas voces autorizadas, haber incrementado hasta el millar “a pelo” (pasando de los 100 kg por hora actuales a los 110 o 120 de consumo) hubiera supuesto la utilización de neumáticos y frenos más grandes y por tanto la evolución hubiera sido prácticamente neutralizada, teniendo un LMP1 en lugar del Fórmula 1 más rápido de la historia.
A esto irá unido la reducción de peso de los monoplazas. Se habla de que se reduciría entre 30 y 50 kilogramos el total del conjunto haciendo cambios en zonas como la electrónica e incluso cambiando las cajas de cambio de las de 8 velocidades de la actualidad a las de 6. Incluso algunos ingenieros ya hablan de sustituir el tablón de madera (pesa en torno a 12 kg) por un suelo de fibra de carbono.
Con 50 kilogramos de peso menos y 100 CV más (fijaros que la relación de peso/potencia mejoraría de forma espectacular) ya se puede hablar de una mejora de 3 segundos, si a ello le añadimos neumáticos más anchos atrás (mayor agarre mecánico) y monoplazas más anchos y con más carga aerodinámica, la cifra de 6 segundos deja de ser tan descabellada.
Vía | Nextgen-Auto