No pudo ser el cambio a coches más grandes o incluso abrir el reglamento del Mundial de Rallyes a que los equipos pudieran utilizar distintos tipos de motorizaciones, pero parece que la FIA y los equipos están en la misma línea. Todos ellos quieren unos World Rally Cars más potentes, que vuelvan a enganchar a los aficionados y que además atraigan a los pilotos sin la necesidad de que los fabricantes inviertan decenas de millones de euros en su desarrollo.
Tal y como nos confesaba Sébastien Ogier (las conversaciones deben estar muy avanzadas como para que los pilotos sepan ya hacía dónde va el reglamento técnico) los nuevos WRC de 2017 serán más potentes, más ligeros y con mayor downforce o carga aerodinámica. En definitiva, al igual que en la Fórmula 1, los coches del Mundial de Rallyes de 2017 serán significativamente más rápidos respecto a los actuales.
Echando un vistazo a los datos, no parece difícil mejorar lo presente. El coche más potente (siempre haciendo caso a las informaciones oficiales) parece ser el Volkswagen Polo R WRC, con unos teóricos 318 CV, mientras que el resto se sitúan un paso por detrás, superando mínimamente el umbral de los 300 CV. En cuanto al peso, los 1.200 kilogramos que actualmente marca el reglamento como mínimo. Obviamente, no creo que se opte por una reducción drástica, pero sí de una cifra similar a la que se habla en la Fórmula 1: entre 30 y 50 kilos.
Nos encontramos en el año 2015 y posiblemente estemos ante los World Rally Cars más aerodinámicos de la historia de la categoría. A los grandes pasos de rueda (Citroën estrenará en Portugal nuevo diseños para tener más estabilidad en el eje delantero) tenemos que añadir estudiados diseños de capots y complejos alerones traseros, plagados de aditamentos que ayuden a hacer la parte trasera menos nerviosa.
Todo parece indicar que en 2017 se será aún más atrevido con la aerodinámica, algo que Rallye-Magazin parecía intuir ya que encargaron hace semanas a su diseñador la creación de versiones extremas de cada uno de los World Rally Cars que se esperan compitan con la llegada del nuevo reglamento. El aspecto más agresivo, con pasos de rueda aún más grandes y alerones traseros más prominentes, ayudarán a aportar esa carga aerodinámica de la que habla Ogier, sin embargo también hay varios riesgos.
El primero, que los modelos se vuelvan irreconocibles, que los costos de desarrollo aumenten de forma dramática y que los coches vayan aún más sobre raíles, asemejándose a vehículos de DTM acometiendo los tramos del Mundial. Habrá que ver si se contrarresta esto reduciendo aún más la electrónica.