Si tuviese que elegir entre una Formula 1 de pilotos que no toman riesgo alguno, y una Formula 1 con pilotos como Max Verstappen, no tendría dudas en quedarme con la segunda opción, por muchos incidentes que provocase. La Formula 1 es (todavía) la competición más apreciada en general, en el mundo del motor, donde se supone que llega la élite de la élite. Y teniendo a Max en pista, sabes que vas a tener emociones fuertes, adelantamientos «fuera de los libros de texto», y posiblemente algún encontronazo. Esto lo demuestra desde que tiene uso de razón como piloto, y me remito principalmente a la temporada 2014 de la F3.
Esto lo pienso yo, pero también lo dicen ex pilotos de la Formula 1, como es el caso de Jan Lammers:
Cualquiera con algún interés en la Fórmula Uno debe dar gracias a Dios por la llegada de Max. Gracias a él, la gente está viendo las carreras de nuevo en el borde de su asiento, y luego con esta penalización…, me pregunto qué quiere la gente. No es correcto el razonamiento de decir que es porque tiene 17 años, y que querían darle una advertencia. Creo que impactar en esa barrera es una señal lo suficientemente clara.
Palabras sabias. Creo que todos sabemos diferenciar entre una acción punible y una acción que es un lance de carrera. Por ejemplo, en el accidente de Max intervienen muchos factores que desvirtúan la idea de que la culpa es exclusiva de Max. Aquí tengo que decir que he cambiado de idea con respecto a hace unas horas o unos días, y creo más que las palabras de Lammers llevan razón: chocar de ese modo contra la barrera es suficiente señal para Max, para no volver a asumir ese riesgo.
También sabemos diferenciar entre un Pastor Maldonado y un Max Verstappen. No deseo burlarme de Pastor, pero sabemos que muchas de sus colisiones son por errores, digamos, de bulto. Será la mala suerte que se ceba en él, no lo sé. Pero sí estoy convencido de que hablamos de pilotos de órbitas diferentes, con proyecciones totalmente diferentes.