Por si alguien no se había enterado aún, el pasado fin de semana tuvo lugar la 83ª edición de las 24 horas de Le Mans, la carrera de resistencia más importante -y más dura- del automovilismo mundial. En ella se produjo el esperado debut del Nissan GT-R LM NISMO en la categoría LMP1. La máquina de Nissan se trata de un coche distinto a los demás aunque con el mismo objetivo; llegar a lo más alto. Aún así, la primera edición ha sido difícil para los japoneses y parecen estar siendo víctimas de los problemas lógicos que conlleva seguir un camino diferente al habitual aunque por lo menos, mantienen su optimismo y hacen gala del honor del guerrero.
Vayamos primero con los datos: Tres coches empezaron la carrera. Solo uno de ellos -el número 22- estaba aún funcionando tras 24 horas, habiendo dado 242 giros al trazado de La Sarthe. Este número de vueltas le situó en trigésimo novena posición final teniendo en cuenta los coches que finalizaron la prueba y cuadragésimo segunda en cuanto a número de vueltas. Aún así, no llegaron a dar el 70% de vueltas del Porsche 919 vencedor y por lo tanto, la historia le marcará con un poco glamuroso «No clasificado».
Puede que los otros dos coches que abandonaron tengan un poco más de honor al no tener que «cargar» con el hecho de finalizar con pocas vueltas aunque el resultado fue desafortunado para la marca japonesa. El Nissan número 23 fue el último de los tres coches inscritos por NISMO en abandonar. Lo hizo a falta de poco más de una hora y con 234 vueltas en el zurrón. Llegó a existir la posibilidad de que este coche llegar a estar dentro del 70% pero problemas con la suspensión le dejaron fuera. Por su parte, el Nissan número 21 en el que tuvimos a nuestro compatriota, Lucas Ordóñez, se vio obligado a abandonar tras diez horas tras una salida de pista.
Desde NISMO aseguran que el objetivo era conseguir que uno de sus tres LMP1 estuviera en marcha tras 24 horas, efectivamente completando la carrera. Por ello, consideran que han llegado donde esperaban; para ellos, las 24 horas de Le Mans han sido completadas con éxito -relativo, claro-. Misión cumplida. Aluden a la dificultad de entrar en la categoría reina del mundo de la resistencia aunque Toyota luchó cara a cara con Audi en su debut en las 24 horas de Le Mans de 2012 y Porsche tuvo un papel digno durante toda la pasada. Claro que ninguna de estas marcas estaba intentando lo que Nissan esta vez.
Las nueve primeras horas de carrera se sucedieron con relativa normalidad para los tres coches. Lucas Ordóñez realizó un buen trabajo durante el primer stint de carrera, diviertiéndose y pilotando a buen ritmo. Los demás coches fueron haciendo lo mismo siempre que la mecánica o la mala fortuna lo permitían. En este sentido, el número 22 fue seguramente el coche más desafortunado ya que tras nueve horas de carrera, algo golpeó la parte frontal del coche a casi 340km/h y le hizo saltar el capó, dejándole además sin luces. Pero los primeros problemas de verdad estaban por llegar.
El primer Nissan en caer fue el precioso número 21 con esa decoración en homenaje al RC90K de 1990. El Nissan perdió una rueda mientras Tsugio Matsuda, compañero de Lucas Ordóñez, estaba al volante. El japonés intentó por activa y por pasiva volver a boxes pero con una sola rueda traccionando y encargándose de la dirección, resultó ser una misión imposible. Ordóñez se lamentaba de lo ocurrido pero afirmó que se queda con lo positivo. El equipo ha aprendido y miran hacia adelante. Es lo que hay que hacer, por supuesto.
Peor fue la caída del Nissan número 23, que a falta de poco más de una hora tuvo que certificar su abandono por problemas con la suspensión. Este era el coche con más vueltas en el momento del abandono a pesar de no haber podido empezar la carrera a las tres en punto. Por culpa de problemas técnicos, perdió cinco vueltas antes de poder comenzar su carrera pero durante la misma demostró tener el ritmo suficiente para estar por delante de los LMP2. Desafortunadamente, los problemas técnicos les retrasaron en comparación con unos LMP2 -muchos de ellos con motores Nissan- que se están mostrando especialmente duros.
Mirando la carrera de forma objetiva, es difícil decir que Nissan tuviera un buen desempeño en Le Mans. Claro que, ¿era razonable esperar un gran resultado después de los problemas vistos durante los últimos meses? El GT-R LM NISMO es un coche revolucionario -aunque gente como Enrique Escalabroni consideran que el coche ignora ciertas leyes de la física en competición- y como tal, necesita rodaje. Nunca en la historia de las carreras ha habido un coche de tracción delantera con tanta potencia. El concepto es antiguo y nuevo a la vez y supone un desafío increible.
Donde otros optan por soluciones más convencionales, en Nissan han tirado la casa por la ventana y se han marcado como objetivo llegar a la cima de forma distinta a los rivales. Quieren pasar a la historia por ser distintos y conseguir ser más rápidos que nadie. Su espectacular y diferente LMP1 está especialmente diseñado para Le Mans y eso se nota en su distribución de pesos, paquete aerodinámico y concepción general. El trabajo que queda por delante es enorme pero también hace falta valor para encararlo con el optimismo y el orgullo que lo hacen los japoneses.
Los resultados en estas 24 horas de Le Mans no han sido buenos. Eso no es discutible. Pero en Nissan han planteado su debut como solo una marca que mira hacia el horizonte lo haría. Habría sido fácil destinar todos los recursos y esfuerzo del mundo para conseguir que los coches dieran 35 o 40 vueltas más cada uno. Se habría salvado un poco la imagen pero, ¿a qué precio? El objetivo de Nissan, más allá de lo deportivo, era recopilar cantidades ingentes de información. En estas 24 horas de Le Mans, los GT-R LM NISMO han tenido en total más de 50 horas de rodaje en pista para entender su coche. De ahí las largas paradas, los cambios de reglajes. En Nissan han sido valientes y eso tiene un precio a corto plazo. Pero llegarán.