Hasta cincuenta posiciones en parrilla acumularon los hombres de McLaren-Honda en el Gran Premio de Austria, y está claro que este fin de semana, en el GP de Gran Bretaña, tendríamos nueva ración de despropósitos. La peor parte se la llevaría Fernando Alonso, no por ser él, sino porque el motor nuevo que tantas penalizaciones le costó en Austria quedó reventado antes de cumplirse las dos primeras vueltas de carrera. Eso le da igual a los que hacen las reglas, y así nos vamos a quedar este domingo, haga lo que haga el asturiano: con cara de tontos.
Lo cierto es que Honda va a montar un propulsor antiguo en el coche de Fernando Alonso, con lo cual no acumularía sanciones ahora, pero sí lo va a hacer en el futuro. Que hayan elegido Silverstone para que McLaren haga menos el ridículo en su propia casa no es más que una acción de marketing descarada. Creo que este tipo de normas y sanciones están bien si hablas de un campeonato establecido y con unos motores más que fiables, pero no en una Fórmula 1 que cambia de tecnología y que, en vez de dejar libertad para I+D y tests, cierra todavía más el puño.
Un fabricante que quiera entrar en F1 y vea este percal, se lo pensará todavía más. Es el caso, seguramente, de Audi y de Porsche, que aparte de no ver demasiado beneficio extra por estar en F1 en lugar de en el WEC, no van a ver con buenos ojos ser el «nuevo Honda» durante unos años. Porque sí, en Honda están trabajando duro, pero están en fases tempranas de desarrollo y por eso están haciendo el ridículo, en conjunto con McLaren.
Penalizar 50 posiciones en una parrilla de 20 coches es absurdo, pero mas todavía es saber que, una vez arranca la carrera, tendrás que hacer un stop & go, o varios, y que tus posibilidades de competir son nulas, por mucho que el tiempo que hayas hecho en la clasificación sea de los últimos.