Cómo ha cambiado la historia, ¿eh? En 2015, Honda sufre con McLaren en la Fórmula 1 y presumiblemente lo vuelva a hacer con motivo del Gran Premio de Gran Bretaña este fin de semana en Silverstone. Pero hace 28 años, Honda obtuvo un resultado histórico con sus cuatro motores en las cuatro primeras posiciones del Gran Premio de Gran Bretaña de 1987; ninguno de ellos era un McLaren. Dicho esto, el protagonista de la carrera no fue otro que Nigel Mansell, «The Lion», que demostró ese día que más que león, era perro de presa.
La Fórmula 1 llegaba al circuito de Silverstone después de haber competido en Brands Hatch en 1986 y lo hacía con Ayrton Senna al frente del campeonato. Las victorias se repartían de dos en dos para el brasileño, Nigel Mansell y Alain Prost. Mientras tanto, Nelson Piquet coleccionaba segundos puestos pero aún sin victoria. En ese sentido y después de haberse visto derrotado por el británico en Paul Ricard, el Gran Premio de Gran Bretaña era clave para él.
El sábado Piquet cumplió y marcó la pole position aunque con menos de una décima de ventaja sobre Mansell. Senna y Prost salían desde la segunda fila. Una parrilla de lujo con los cuatro mejores pilotos de su época en las cuatro primeras posiciones. En la salida, Prost sorprendió a todos sus rivales y se situó en primera posición aunque Piquet reaccionó rápido y en Maggotts ya le adelantó. El brasileño tomó el liderato y no lo soltaría hasta casi el final.
Por detrás, Mansell no tardó en superar al McLaren y lanzarse en persecución de su compañero de equipo. A Senna le costó algo más y acabó respirando aliviado cuando más adelante el motor de Prost dijo basta. Mientras los Williams tenían un sistema de suspensión activa inmejorable, a Lotus les estaba costando más ponerlo a punto en circuitos con un asfalto más liso. El reglaje del coche les era difícil de entender en esas condiciones y lo que había funcionado en trazados más bacheados como Mónaco y Detroit no funcionaba en Silverstone.
La carrera quedó en manos de los hombres de Williams; una batalla singular cara a cara entre dos hombres más que capacitados; el bicampeón del mundo y el aspirante, el león con todo el apoyo del público asistente. Aún así, Mansell no podía con Piquet. Rodaba cerca de él pero adelantar era otra historia. Los Williams no tenían previsto realizar ninguna parada así que se esperaba ver al héroe local intentar robarle la victoria a Piquet durante todo un gran premio.
Pero ahí fue donde Mansell tomó la decisión de la carrera. Sabiendo que adelantar podía resultar demasiado difícil, paró a boxes a falta de 28 vueltas y puso neumáticos nuevos. Con un juego fresco que solo necesitaba durar menos de media carrera, el león se convirtió en perro de presa y empezó a recuperarle la distancia perdida al líder de la carrera. Eran más de 29 segundos y tenía 28 vueltas para hacerlo. En Paul Ricard había tenido más tiempo y menos distancia que recuperar.
Pero para Mansell ese día no había opción válida que no fuera ganar. El británico batió el récord del circuito hasta ocho veces, recortando más de un segundo por vuelta a su rival. A dos vueltas del final Piquet tenía al «Red Five» en su retrovisor y en la recta del hangar Mansell realizó una maniobra audaz para terminar atacando por el interior en Stowe. Nigel Mansell era líder del Gran Premio de Gran Bretaña a falta de dos vueltas tras haber batido el récord del circuito varias veces y tras haber recuperado casi medio minuto sobre el líder. Los aficionados enloquecieron.
La victoria fue a parar a manos de Mansell, que aún se tomó la libertad de sacarle casi dos segundos en la vuelta y media siguiente al adelantamiento. Piquet fue segundo y Senna terminó doblado pero en tercera posición. Doblete de Williams-Honda con un Lotus-Honda en tercer puesto. La guinda la puso Satoru Nakajima con el segundo Lotus-Honda, cuarto en su mejor resultado en la Fórmula 1. La zona de puntos la completaron Derek Warwick con un Arrows con el famoso motor Megatron-BMW y Teo Fabi con un Benetton-Ford.
La épica historia de Mansell aún tuvo un final más apoteósico cuando su coche se quedó sin carburante en la vuelta de honor y el público con las ondeantes banderas británicas rodeó a su héroe. Piloto y aficionados se convirtieron en uno solo por unos instantes. Lo que nadie en aquellos momentos sabía era que el indicador de carburante hacía dos vueltas que le marcaba a Mansell que estaba seco y cuando el coche se paró, la aguja marcaba que estaba en «-2″… Ese día, Mansell habría usado hasta su sangre para mantener el motor en vida. Había que ganar. Y lo hizo.