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Por favor, no uses el Mundial de Resistencia como arma arrojadiza

La FIA anuncia que a partir de 2017 en Fórmula 1 habrá libertad de motores y para igualar las prestaciones un grupo de tecnócratas se reunirá periódicamente para decidir, por ejemplo, dar un depósito más grande a Ferrari porque su V12 consume mucho, o prohibir a los peores equipos de la parrilla montar cualquier tipo de ERS a cambio de quitar veinte kilos de lastre. Tales decisiones hacen que un 30% de la parrilla no pase del 107% en el GP de Mónaco. ¿Te imaginas el pollo que se montaría? Pues eso es el Mundial de Resistencia.

Me cansa ver cómo se ha puesto de moda utilizar el WEC como arma arrojadiza para zurrar al Mundial de Fórmula 1. De hecho lo juzgaría como un acto de cuñadismo, ese palabro que tan de moda se ha puesto para definir el noble acto de aparentar saber de todo con escaso sentido del ridículo (algo acentuado entre el gremio de los periodistas, todo sea dicho): una Fórmula 1 con cimientos similares a los del Mundial de Resistencia implosionaría en cero coma.

Soy aficionado al motor, Le Mans es un lugar de peregrinación para cualquier aficionado al motor y las tres veces que lo he pisado estuve cerca de sufrir un síndrome de Stendhal sólo comparable al experimentado ante una bella mujer. Pero no jodamos. Se trata de un certamen con cuatro campeonatos en uno y donde la categoría reina sufre para reunir una decena de coches, pudiendo optar a la victoria sólo cuatro de ellos. Y eso, en una de las eras doradas de la resistencia: invito a cualquier neófito a ver una edición de Le Mans de la primera mitad de los 2000 sin desear la avería de todos los Audi, camuflados como Bentley o no.

¿Las aletas de tiburón que tan odiadas eran en F1? Obligatorias por seguridad en WEC. ¿Variedad de suministradores de neumáticos? Teórica, porque Michelin tiene monopolio en LMP1, GTE-Pro y GTE-Am y Dunlop en LMP2. ¿Restricciones de consumo? Tremendas, dado que hay que tenerlas en cuenta vuelta a vuelta. ¿Y el sonido? Si lo que quieres es que te rompan los tímpanos, vete olvidando porque el turbo va a cepillarse los pocos motores atmosféricos que quedan en liza. De presupuestos ya ni hablamos: entre el mayor y el menor presupuesto de LMP1 probablemente haya que multiplicar por veinte.

Realmente el Mundial de Resistencia sólo supera en dos cosas al Mundial de Fórmula 1: un producto imbatible para el espectador que acude a los circuitos y un punto de épica y peligro. Los precios son de derribo y tanto pilotos como equipos cambian el chip para acercarse al público, dándole la sensación de que es como de la familia, agradeciéndole que les acompañen ante la epopeya que supone cada prueba. Y es ese cariño, ese lazo que se crea entre protagonistas y espectadores lo que tapa muchos de sus defectos. Así que la pregunta a hacerse es… ¿Si la Fórmula 1 tratase con más cariño a sus aficionados, le daríamos tanta importancia a una temporada aburrida o a unos motores poco ruidosos?

Y otro día hablaremos de los GT3 y la Balance of Performance, ese invento que permite que muchas marcas opten a la victoria manipulando constantemente todos los coches. Como la descubra Bernie…

Foto | Audi Sport

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Eloy Entrambasaguas

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