La GP2 Series cumple diez años -y once temporadas- en 2015. Se estrenó en 2005 como reemplazo de la Fórmula 3000, esperando revolucionar la categoría telonera de la Fórmula 1. El objetivo era modernizar un campeonato de soporte que pudiera preparar a los pilotos para subir a la categoría reina con garantías en lugar de llegar con una experiencia que fuera poco válida -los últimos coches de Fórmula 3000 usaban palancas de cambios en lugar de levas-. Pero los inicios suelen costar y para la GP2 no fue distinto.
El Dallara GP2/05 con motor Mecachrome tuvo un parto difícil y los problemas técnicos no fueron pocos durante las sesiones de test en Paul Ricard y en otros lugares. Cuando la categoría llegó a Imola con motivo del Gran Premio de San Marino de 2005, lugar y momento designados para la primera cita de su historia, la mayoría de estos problemas no habían sido subsanados y durante tanto los entrenamientos libres como los oficiales, los coches tuvieron un sinfin de problemas.
Dos de los más repetidos a lo largo de estas sesiones fueron problemas con el sistema electrónico y con el embrague. En particular este último elemento ha sido un mal endémico de los coches tanto de GP2 como de GP3 desde su incepción. Son partes frágiles, con un rango de uso especialmente estrecho y no han sido pocas las veces que hemos visto a pilotos con el coche parado en parrilla, ya fuera con el motor calado o directamente con el embrague frito.
Fue entonces cuando la GP2 demostró que más allá de ser un campeonato donde los equipos y pilotos luchan por ganar, buscando destacar por encima de los demás, se trata de una familia que va por el mundo disfrutando de las carreras. Hay un motivo por el que dentro del relativamente escuálido paddock de la GP2/GP3 todos parecen ser amigos; desde el principio quedó claro que había que ayudarse los unos a los otros. Y eso es lo que se hizo ese primer fin de semana.
En Imola no había una gran cantidad de recambios por lo que en un intento de ser justos con respecto a todos los equipos, se repartió lo que había a partes iguales entre ellos. Pero evidentemente, algunas escuadras tuvieron peor suerte en lo que a problemas técnicos se refiere y algunos pilotos corrían el riesgo de quedarse sin piezas suficientes como para tomar parte en las carreras. Pero una generosidad inaudita se apoderó del paddock de la categoría y los equipos compartieron sus recambios con aquellos rivales que los necesitaban.
Los jefes de equipo eran conscientes de que para que la GP2 tuviera éxito, era imperativo que las primeras carreras fueran como Diós manda. Había que estar en pista con todos los coches, con el máximo número posible de participantes en pista y con el mínimo número de percances. Por ello y para evitar más roturas de embragues que podían dejar una parrilla mermada, se decidió que no habría salidas desde parado en el primer fin de semana de la categoría. Tanto el sábado como el domingo las carreras arrancaron tras una vuelta de formación siguiendo al coche de seguridad.
En el plano deportivo, las carreras generaron interés y hubo resultados dispares y acción suficiente como para que los aficionados quedaran convencidos. Heikki Kovalainen triunfó en una primera carrera que comenzó sin Nicolas Lapierre, el hombre de la pole position, que con problemas en su monoplaza quedó fuera a las primeras de cambio. El podio lo completaron otros dos nombres conocidos; Pechito López y Scott Speed, con un tal Nico Rosberg que acabaría siendo campeón marcando su primer punto.
En la segunda carrera, estrenando la idea de parrilla invertida que tan popular se ha vuelto en la última década, la victoria fue a parar a manos de Adam Carroll, que se impuso por delante de Alexandre Premat y Heikki Kovalainen, que se convirtió así en el primer líder del certamen. Tampoco en esta segunda carrera pudieron empezar todos los pilotos. Y la solución alternativa de Lapierre, que salió tarde y sin carburante suficiente para terminar la carrera con el objetivo de marcar la vuelta rápida y llevarse puntos generó alteraciones en la normativa.
También hubo presencia española en la categoría desde sus inicios. Hasta tres equipos españoles hubo en ese primer año, superados en número tan solo por los británicos. Uno de ellos, Racing Engineering, sigue aún hoy en día. Otro, Campos Racing, cambió de nombre su momento y volvió a sus raíces el año pasado. El tercero, BCN Competición, corrió peor suerte. Este último sumó puntos gracias a una vuelta rápida de Ernesto Viso, mientras Racing Engineering consiguió un sexto puesto con Neel Jani. Los pilotos españoles no estuvieron tan arriba y ni Borja García ni Sergio Hernández lograron puntuar. Todo acabaría llegando…