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El precio de los motores, el gran dolor de cabeza de los equipos clientes

Uno de los aspectos más incongruentes del llamado Grupo de la Estrategia es que solo las escuderías más poderosas tienen potestad para decidir, según sus intereses, lo que consideran provechoso para la Fórmula 1. No es de extrañar entonces que Mercedes y Ferrari, que además de equipos también son proveedores, establezcan el costo de las unidades de potencia con un criterio que luce injusto para sus clientes ya que se habla de hasta 22 millones de dólares por temporada. A todas estas, los involucrados no logran entender los razonamientos de la FIA para sugerir un límite presupuestario si es obvio que los actuales propulsores, sobre todo en los casos de Renault y de Honda, requieren investigación y desarrollo, lo que se traduce en más inversión.

Según el presidente de la FIA, Jean Todt, la introducción de los motores V6 turbo con sistema híbrido era necesaria porque la idea es regresar a la Fórmula 1 a la cima del automovilismo para así atraer más fabricantes de nivel superior. Sin embargo, el paso de los motores V8, cuyo costo anual rondaba los 8 millones de euros, a las actuales unidades de potencia ha resultado un duro golpe para las finanzas de los equipos clientes.

Al parecer, el disgusto tiene su mayor asidero en la ignorancia de los responsables de la FIA en cuanto a los elementos involucrados en el sistema propulsor porque más allá del V6 turbo también están los motores eléctricos, la refrigeración, la electrónica, la gestión de los diversos módulos de recuperación de energía. Los equipos cliente sostienen que ellos jamás pidieron a los proveedores de motores que invirtieran más de 100 millones de dólares cada uno, para después endosarles las facturas de su trabajo. Aquí falló la FIA, pero la cuenta la pagan otros.

Monisha Kaltenborn, jefe de Sauber, manifestó:

Tenemos estos motores que nunca quisimos. La FIA aceptó la petición de los grandes fabricantes y desde entonces nos han estado empujando toda esta tecnología por los ojos. Están contando con nosotros para pagar los costos de desarrollo de los motores y el resultado es la publicidad para ellos, nosotros no importamos más allá de entregar el dinero.

Del otro lado de la mesa, los fabricantes de motores no están dispuestos a subsidiar su mercancía y eso se lo han hecho saber a los jerarcas de la FIA, quienes en primer momento sugirieron establecer la tarifa en unos 12 millones de dólares para 2017. Según Toto Wolff, jefe de Mercedes, el precio mínimo estaría rondando los 17 millones de dólares por temporada y se calcula en base al modelo de negocio que establecen desde Alemania. Por su parte, Maurizio Arrivabene, jefe de Ferrari, no está dispuesto a bajar el precio de los motores hasta el nivel de venderlos más barato de lo que cuesta fabricarlos. En ese punto no tendría sentido negociar.

Vía | auto motor und sport f1

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Humberto Gutiérrez

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