Muchos conocen la historia del Pastis, un licor francés que apareció como respuesta a la prohibición de la absenta -entre otros licores- tras la Primera Guerra Mundial. Lo que la mayoría desconoce es que el creador de la receta moderna del «Pastis» con el anís, azúcar y hierbas variadas no es otro que Paul Ricard, hombre de negocios francés que se ganó la vida con su bebida alcohólica pero que también dio nombre a uno de los circuitos franceses de más renombre.
En Francia, aquello de la «liberté» a veces es un poco sui generis y no son pocas las prohibiciones que se han dado alrededor de productos «consumibles», por decirlo de alguna manera. El tabaco fue uno de ellos y más recientemente llegó a prohibirse la venta de Red Bull. En su día, la publicidad de bebidas alcohólicas quedó restringida hasta unos límites insospechados y el señor Ricard se encontró sin posibilidad de promocionar su producto, aunque ya gozaba de mucho éxito gracias a la esponsorización en otros eventos deportivos como el Tour de France.
Algunos dicen que eso fue lo que le llevó a pensar en un circuito de carreras, como forma de promocionar sus productos a través de su propio nombre. Otros afirman que fue un «mero» enfrentamiento del hombre de negocios con el Estado francés, intentando demostrar que una empresa privada también podía apañárselas en cuanto a la construcción de redes de carreteras. No hay demasiado consenso al respecto pero lo que sí está claro es que a principios de 1969, el proyecto dio estaba ya en marcha.
Las propuestas iniciales llegaron firmadas por hombres con nula experiencia en el mundo de las carreras y como tal, carecían de la personalidad necesaria para tener éxito. Paul Ricard lo tenía claro, había que crear un producto de primer nivel. Tenía que ser impecable y evidentemente, francés. De ahí que pidiera consejo a Henri Pescarolo y Jean-Pierre Beltoise, dos de los pilotos franceses de más solera de la época. Ambos dieron sus opiniones y en diez meses, el circuito se construyó desde cero.
En abril de 1970 el circuito quedó inaugurado con una carrera de 320km del campeonato europeo de prototipos de hasta 2000 centímetros cúbicos. Brian Redman se convirtió en el primer vencedor de una carrera allí a bordo de su Chevron-Ford. Desde 1971, el Gran Premio de Francia se disputó hasta catorce veces en el circuito que llevaba el nombre de su creador, hasta la última vez en 1990 -el vigésimo quinto aniversario de esta última carrera se cumplió esta semana-.
Aunque la mayoría de pilotos eran conscientes de que el Paul Ricard -circuito- era un trazado poco desafiante para el piloto, también apreciaban las amplias escapatorias, poco comunes para la época y que podían ser auténticos salvavidas en según qué circunstancias. En ese sentido, curiosamente se convirtió en uno de los circuitos más modernos por primera vez en su historia. Lo acabó siendo de nuevo tras ser comprado por Bernie Ecclestone, que lo convirtió en el HTTT -High Tech Test Track- que conocemos hoy en día.
El circuito de Paul Ricard debe ser considerado como el verdadero precursor de lo que es un trazado moderno en el mundo de las carreras y de la Fórmula 1. Este usó escapatorias de asfalto a lo largo de todo el circuito más de treinta años antes de que fuera habitual en el automovilismo, además de ser uno de los circuitos con más patrocinio en el momento. Un trabajo bien hecho, con buena promoción y con tecnología que daba grandes resultados fue justo lo necesario para triunfar.
Siendo considerado durante muchos años como el circuito más seguro del mundo y estando situado en el sur de Francia, en la Costa Azul, los equipos de Fórmula 1 pasaron a utilizar Paul Ricard como principal circuito de pruebas durante el invierno. Antes de que probar en España se convirtiera en tradición, cuando el frío hacía que fuera imposible ir a probar a Gran Bretaña o Alemania entre otros, la Fórmula 1 podía ir tranquilamente a este trazado cerca de Le Castellet y soltar a los caballos.
A pesar de esta seguridad y de la popularidad que le hizo convertirse en la sede del Gran Premio de Francia de Fórmula 1 y del mundial de motociclismo, la sede del Bol d’Or -24 horas motociclistas que vuelven este año a Paul Ricard- y a tener otras carreras de alcance mundial, la historia del Paul Ricard ha tenido también puntos negros, como lo sucedido con el fatal accidente de Elio de Angelis en 1986. A finales de los años 90 se quedó sin carreras pos las reformas pero tras menos de una década, estas volvieron a su hogar y hoy en día disfrutamos entre otras cosas de la Fórmula Renault 3.5 y el WTCC. Y los rumores de Fórmula 1 en Francia una vez más, claro está.