Parece que es llegar a los cuarenta y que a algunos pilotos de Open Wheels se les cambie automáticamente el chip y empiecen a pensar en la posibilidad de competir en Le Mans. Fue el caso de Pedro Martínez de la Rosa, siempre muy reacio a todo lo que no fuera Fórmula 1, y es ahora el caso de Juan Pablo Montoya, que desde su salida del Gran Circo ha encontrado en América su casa y que tras su periodo en la NASCAR, vive su segunda juventud en la Indy Car.
Lo cierto es que es de lo poco que le queda por completar al colombiano de 39 años de edad, después de haber competido en las tres grandes categorías de América (ganador de dos Indy 500 y en las 24 Horas de Daytona), además de vencer en el Gran Premio de Mónaco en la Fórmula 1. Su resistencia física y mental están de sobras probada, con la victoria en las 500 Millas de Indianápolis de este año como mejor ejemplo.
En un futuro sí, es algo que quiero hacer. En algún momento, pero ahora tengo un trabajo a tiempo completo con Penske y es prioritario. No me importa hacer historia, esas cosas nunca tienen importancia para mí. Sólo quiero ganar. No me importa lo que signifique, ganar es todo lo que importa.
Lo que deja claro Montoya es que si va a Le Mans quiere hacerlo con un prototipo con el que tenga opciones a la victoria, algo que según él es posible tal y como demostró Nico Hülkenberg este año o Tom Kristensen en el pasado. Sin duda sería un buen reclamo para la mítica cita de la resistencia (y para su difusión al otro lado del charco) tener a Juancho al volante de un LMP1.
Vía | RACER
