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La historia de la semana: Pedro de la Rosa y el delirio japonés

Los campeonatos pueden ganarse de muchas formas distintas. Pueden decidirse en el último instante imaginable de la última carrera entre dos pilotos de talento. Puede imponerse un hombre con un talento o un conjunto superior al de los rivales. Incluso puede que una máquina lleve a un piloto del montón a ganar. Pero luego se puede ganar como lo hizo Pedro de la Rosa en la Fórmula Nippon en 1997. Sin ninguna duda, la mejor temporada de su carrera deportiva, en cuanto a resultados se refiere.

El piloto catalán, en su segundo año en la categoría, ganó el campeonato con 82 puntos mientras que el segundo clasificado terminó con ¡28! No solo fueron 82 puntos sobre 100 posibles y 54 de diferencia; estamos hablando de que a Pedro le faltaron dos puntos para triplicar los del segundo clasificado. De hecho, se necesitarían los puntos de los cuatro pilotos siguientes en la clasificación para sumar más puntos que él, en lo que sin duda es uno de los dominios más abrumadores jamás vistos en una categoría de tan alto nivel.

No hay que olvidar que en la temporada anterior, tres pilotos habían llegado con opciones al título a la última carrera. Un título que se llevó Ralf Schumacher, que en su tercer gran premio de Fórmula 1 en 1997 se subió ya al podio con un Jordan. Pedro de la Rosa, por su parte, solo pudo ser octavo con una segunda posición en la caótica última prueba como mejor resultado. Pero en 1997 las cosas cambiaron y ganó seis de las diez carreras, sin bajarse nunca del podio.

En esa temporada, nombres no faltaban. Pilotos como Norberto Fontana, compañero de equipo de De la Rosa en 1996 y futuro piloto de Sauber en 1998, estarían a priori luchando por las primeras posiciones. También encontramos a pilotos que tendrían exitosas carreras deportivas en Japón, como Satoshi Motoyama, cuatro veces campeón de la Fórmula Nippon y aún en activo en el Super GT en la actualidad. Otros llegarían a la Fórmula 1 en los años siguientes, como es el caso de Toranosuke “Tora” Takagi o Esteban Tuero.

También sería el caso de Ralph Firman, quien después de pasar por Jordan volvería a Japón. La lista de inscritos también tenía nombres del pasado de la máxima categoría como Marco Apicella o Toshio Suzuki -nada que ver con Aguri Suzuki-, quienes tuvieron una presencia breve en la Fórmula 1 en 1993. También hubo un nombre que a Pedro de la Rosa seguro que le trae buenos recurdos; Michael Krumm, que a pesar de no destacar en la Fórmula Nippon, venció el All-Japan GT junto al catalán.

Krumm ha sido un hombre importante en el panorama de la resistencia y aún este año tomó parte en las 24 horas de Le Mans con Nissan. Como anécdota, la temporada de 1997 supuso la última vez en la que dos chasis distintos pudieron luchar con relativa igualdad de condiciones en la Fórmula Nippon, puesto que en los años siguientes siempre habría un chasis dominador hasta llegar a ser una categoría con un solo chasis y motor primero para más adelante ser una categoría con un chasis y dos motores. Los fabricantes de 1997 eran Lola y Reynard, con Dome jugando un papel menor.

La temporada no pudo empezar mejor para De la Rosa, que obtuvo dos victorias contundentes en Suzuka y en Mine a pesar de no conseguir ninguna pole position. Tora Takagi se llevó las dos en un sistema de clasificación que hacía que los seis más rápidos se jugaran las posiciones en una sesión extra; un sistema parecido al que se ha vuelto tan popular en la actualidad. En cualquier caso, el piloto del Team Nova era el más rápido en carrera y no había rival que pudiera acercársele.

Precisamente este sistema le fastidió la “pole” en la tercera carrera, en Fuji, puesto que obtuvo el mejor tiempo de la sesión clasificatoria pero bajó a la tercera tras la llamada “Special Stage”. Esta vez la pole acabó siendo para Takuya Kurosawa, que estuvo intratable en carrera y ni siquiera Pedro de la Rosa pudo con él, aunque consiguió terminar en segunda posición. Tras un inicio complicado, Takagi se centró en carrera y terminó en el podio. Era evidente que se trataba de un piloto en progresión.

La siguiente carrera resultó ser la peor del año para De la Rosa. En la segunda visita al circuito de Suzuka, el sistema de clasificación le hizo bajar de la primera a la sexta plaza y esto le impidió pasar del tercer puesto final. Para que el peor resultado del año fuera un tercer puesto, esto nos da una idea de cómo le iría la temporada al futuro piloto de Fórmula 1. La victoria fue a parar a manos de un sorprendente Tora Takagi, quien acabaría siendo compañero de equipo del español en 1999. A partir de entonces llegaba el contraataque de Pedro de la Rosa.

Llegaron dos nuevas victorias en Sugo y Fuji, siendo la segunda de ellas desde la pole position y sin dar ninguna opción a los rivales. Esto, junto a los problemas en esas carreras para Takuya Kurosawa, dejaron a Pedro en muy buena posición para ganar el campeonato. Pocos puntos serían suficientes para asegurarlo en la siguiente ronda, en Mine. Eso sí, siempre y cuando siguiera con su ritmo habitual y estuviera por delante de sus rivales como había hecho todo el año.

En clasificación no decepcionó y aunque nada pudo hacer para evitar otra pole position de Takagi -la cuarta del año- saldría desde la primera fila a su lado. En carrera, su ex-compañero de equipo, Norberto Fontana, estuvo especialmente acertado con la puesta a punto tanto del coche como de su propia cabeza y se llevó su única victoria del año. A Pedro de la Rosa le valió una segunda posición para hacerse con el título, tras el cuarto abandono consecutivo de Kurosawa.

Sin que hubiera nadie más lo suficientemente cerca de él en términos de puntos, la temporada quedaba decidida a falta de tres carreras y como si se tratara de una demostración de poder, en Motegi se llevó la pole y la victoria. Nadie anduvo cerca del español, a quien solo se le escapó la vuelta rápida para igualar el fin de semana perfecto que se dió en Fuji, con motivo de la sexta ronda de la temporada. Estaba claro que el título era más que merecido. El rival más cercano, Takuya Kurosawa, no había podido hacer nada.

Pero la que quizás sería su mejor carrera en Japón estaba aún por venir. Una sesión de clasificación complicada y llena de problemas para la penúltima carrera, en Fuji, trajó la desagradable sorpresa de ver al campeón en decimoséptima posición. Era evidente que desde tan abajo, habría que luchar duro si se esperaba llegar a los puntos. Un resultado así ya habría sido un éxito pero tenía que superarse a sí mismo. En la Fórmula 1 estaban pendientes y había que impresionar.

Siendo consciente de ello, Pedro hizo un trabajo excepcional y desde la decimo séptima posición remontó hasta la segunda, marcando la vuelta rápida en el proceso. De nuevo, “Nippon Ichi” había vuelto a dejar a todos con la boca abierta. Era el piloto número uno de Japón, como lo certificaban el título ya conseguido en la Fórmula Nippon y el que estaba por llegar la semana siguiente en Sugo, con motivo de la última carrera del All-Japan GT Championship. No había nada más que ganar en Japón.

Finalmente y para darse a sí mismo, al equipo y a la afición un bonito epílogo, en Suzuka con motivo de la última prueba del campeonato, De la Rosa volvió a dominar desde la pole position. Aunque de nuevo se le escapó la vuelta rápida. Incluso pudo celebrar el título con un su rival en el podio, puesto que después de una mala racha durante todo el año, Kurosawa volvió al cajón y así terminó el año con un momento positivo,felicitando a un campeón que había completado una obra maestra.

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