El Grupo de Estrategia parece tener muy claro cuál es el futuro del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 y de cómo serán los monoplazas a partir de 2017. Al igual que el WRC se busca un aspecto más agresivo, con coches más anchos (se pasará de los 1,8 metros actuales a los 2), alerones traseros similares a los de la década pasada y neumáticos traseros más grandes que aumenten el agarre mecánico. Estos últimos pasan de los 32,5 centímetros actuales a los 45, recordándonos en parte a los monoplazas de los ochenta.
Precisamente, este agarre mecánico no sólo servirá a los coches para ser más rápidos, sino que si finalmente se aprueba el regreso del efecto suelo propuesto por Red Bull, elemento que ya se utiliza en la GP2 y que facilitará que el piloto de detrás ruede cerca del que le precede al reducir la importancia que tiene actualmente en la Fórmula 1 el alerón delantero (un elemento que también podría ser modificado/simplificado para aumentar dicho efecto).
La utilización del ala trasera más ancha tiene más un objetivo visual que otra cosa (además de añadir algo más de carga), tratando de hacer la cola más agradable a unos aficionados a los que no les ha terminado de convencer el formato estrecho de dicho alerón que han lucido desde 2009. En cuanto a los cambios internos, ya se ha hablado de la posibilidad de reducir el peso trabajando en áreas como la caja de cambios y hacer los coches algo más potentes y ruidosos haciendo hincapié en los escapes. Gracias a Giorgio Piola y AMuS podemos ir haciéndonos una idea de cómo se verán con respecto a los de 2015.
Fotos | Auto Motor und Sport
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